¿Sabes cómo fue la vida pública de Jesús? Conócela aquí

La vida pública de Jesús es una película estadounidense filmada en 1980 bajo la batuta de John Krish y Peter Sykes. En ella es relatada todos los pormenores sobre la biografía del Mesías, desde su nacimiento hasta su pasión. Conoce todos los detalles inmediatamente.

la vida pública de Jesús

La vida pública de Jesús

Jesús se caracterizó por vivir bajo un estilo de vida tranquilo en sus primeros treinta años de existencia. No tenía preocupaciones algunas, antes de ejercer en sus tres años restantes una labor evangelizadora extraordinaria.

Al momento de recibir las aguas bautismales, su entorno cambió para siempre, porque ahora es el Hijo de Dios, bendecido por el descenso del Espíritu Santo para bendecirlo.

Camino del Jordán

Un hombre desconocido se acerca hasta Jesús para aconsejarle en dejar Nazaret y todos sus recuerdos. Lo incita a que tome el camino que conduzca hasta Jordán. Por un impulso extraño, quizá del Espíritu Santo, Cristo hace caso en las palabras que recibió para trasladarse a tal sitio.

Él sabe que en sus manos está la salvación de todos los hombres y complacer a un Padre que ha dado todo lo mejor de si para cada uno de los hombres. Jesús estuvo decidido y por cada paso hacia el Jordán, es una manifestación de amor entero por Dios.

Mientras Jesús continuaba su camino, pocos se imaginaban la gran analogía del paso que estaría dando. Esa analogía que pronto los Tiempos de Gracia llegarán, o la buena nueva. A partir de este momento, la historia o el paradigma del mundo entero cambiaría para siempre, porque Jesús pronto recibirá las aguas bautismales con la que quede sellada su postura como el Gran Mesías.

Precisamente, la vida pública de Jesús comienza cuando deja Nazaret y todo ese amor con que su gente lo vio crecer. En cada rincón de aquel sitio descubrió que sus pobladores ofrecían aunque sea un catre para dormir. En más de una ocasión, Cristo se hospedó en esas casas donde tanto amor le ofrecieron sin nada a cambio. Jesús abandona su hogar con su padre ya viejo y cercano a la muerte, pero con la convicción que María, su madre, estará bien y no quedará en desamparo.

María es adorada en Nazaret gracias a su personalidad maternal, que colma de luz en todos los rincones en que está.  Su aspecto virginal llama poderosamente la atención de todos los pobladores, especialmente de los hombres, al considerarla como madre entre las madres.

Como José tuvo el oficio de carpintero durante toda su vida, Jesús santificó el trabajo de todos los hombres siguiendo el ejemplo de su caritativo padre, que siempre trató de darles lo mejor, tanto a su esposa como a su hijo.

Gracias a Jesús, todo el arte que puede hacerse con las manos, o el trabajo honrado del mismo es santificado por los quehaceres de su padre en toda su vida. Cada esfuerzo, la vocación con que trabajó y su santidad por preservar a toda su familia sin duda alguna es un digno ejemplo para toda la comunidad cristiana. Hablando sobre esto último, sería oportuno investigar sobre cuáles fueron las primeras comunidades cristianas y qué tanto padecieron por defender la religión.

En Nazaret, Jesús descubre la importancia de la oración en solitario. Fueron muchas las horas en la que él dedicó una gama de plegarias a Dios para que cumpliese cada petición importante que tuviese en su momento. Junto a María y José exclamaron salmos, cantaban y dedicaban varias horas de oración, hasta el punto que los visitantes permanecían junto a ellos haciendo ritos de alabanza para el Altísimo.

la vida pública de Jesús

Dejó el obedecer a sus padres con complacencia, el de un «por favor» de María y José para cualquier petición que tuviese para él. Ahora, su preocupación primordial es cumplir con el mandato de su Padre y hacer que su misión se cristalice, para que todos los hombres en la tierra cantaran sus alabanzas y siguieran al pie de la letra con todos los sacramentos o demás estatutos que alejen de pecado y acerquen hasta su corazón.

La vida pública de Jesús se hace efectiva cuando se ve separado de sus padres, de ver con orgullo a José en la carpintería o dejar de escuchar los cantos sutiles de María, sus palabras cercanas al mediodía y sus alimentos. Dejó de alimentarse en casa que, aunque es cierto que vivieron de modo austero, nunca faltó el amor ni un abrazo para calmar los ánimos. Dejó un espacio para dormir cuando su cuerpo estaba cansado, para dedicarse horas enteras al servicio de Dios.

Lo más importante es haber dejado a toda su familia, por emprender un camino de muchas sorpresas: buenas y malas. La vida pública de Jesús ya es un hecho, emprende el rumbo a lo desconocido, pero al mismo tiempo para lo eterno junto a su Padre Celestial.

El camino no fue fácil, pero Jesús nunca estuvo temeroso de haber dado ese paso importante. Estaba cerca del Jordán y de Judea, hasta el punto de encontrarse con Juan. ¿Será Jesús ese nuevo profeta que va a clamar en el desierto?. El origen de Juan también es curioso, porque proviene de una madre imposible de fecundar, pero Dios le otorgó la gracia de verlo nacer para el bienestar de todos los hombres.

Jesús y Juan caminan hacia las aguas para la conversión de los pecados que Jesús pudo haber cometido antes de partir de Nazaret. Juntos caminan al río, sin darse cuenta que un joven y maduro está junto a ellos con el peso de sus pecados que al igual que los otros, también desea convertir al bien. Y así pasó, Jesús estuvo tres años en el desierto para comprender que debía estar bajo las órdenes de su Padre como su hijo unigénito.

Juan Bautista

NOTA: Es relevante hablar un poco sobre lo hecho por este hombre, porque justo comenzó su predicación momentos antes que la vida pública de Jesús fuese un hecho.

Juan es el hijo de Zacarías, un antiguo sacerdote que ya estaba a punto de morir y de Isabel, conocida por no concebir hijos en forma natural. Sus padres poseen características raras, desde la posible esterilidad de Isabel como la pérdida de la voz de su padre cada vez que oficiaba un evento en su templo.

Muchos miraban con lástima a Juan Bautista, porque sabían que quedará huérfano más tarde que temprano. En uno de esos momentos de lucidez, Zacarías recupera la voz para exclamar lo siguiente:

«Y tú, niño pqueño, serás conocido por ser el Profeta del Altísimo, pues irá delante del Señor hasta que prepares todos y cada uno de sus caminos. Darás al pueblo la ciencia de la salvación por la remisión de todos sus pecados. Por la gran misericordia de Dios, por la luz que nos visitará desde las alturas, por iluminar a quienes yacen en las tinieblas, por el camino de la paz» (Lc).

Estas palabras son bastante contundentes y asemejan un poco la anunciación del Ángel Gabriel para María. Entre las más recordadas también están que Jesús iría delante del Señor, infundando su Evangelio, hasta ser de todos los corazones de los hombres sus nuevos hijos. Sus predicaciones resultaron antes de la vida pública de Jesús, pero Bautista ya contaba con una cantidad de público respetable que se acercaba hasta él para que los bautizara.

Su éxito siguió rebasando las expectativas de muchos, al tiempo que se acercaban hasta el río fariseos, ateos y escribanos, con la esperanza de recibir las aguas bautismales. Según sus trabajos, pecados y posición económica, Juan tenía asignados todos los castigos para que aquellos hombres de dudosa fe, cumpliesen con su penitencia.

El aspecto de Juan

Su aspecto es un claro ejemplo sobre alguien que vive escondido o en la austeridad. Su forma de vivir atraía la mirada de los fieles creyentes, pero atemorizó a más de un fariseo que no estuvo dispuesto a brindarle el beneficio de la duda a este hombre.

Desde luego, recibía críticas por falso y exagerado, pero por fortuna fueron más quienes se acercaron para recibir su sacramento del bautismo que reprochar su vida en el desierto. Su popularidad se basaba en repetir estas palabras con cualquier cristiano que acudiese frente a él:

«Yo os bautizo con agua; pero viene uno que es más poderoso que yo, a quien no merezco desatar las correas de sus sandalias; ése os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Tiene el bieldo en su mano para limpiar su era y recoger el trigo en su granero y la paja la quemará en fuego inextinguible» (Mt).

La atención estaba en él

La alegría que despertaba San Juan Bautista con estas palabras era realmente indescriptibles. En más de una ocasión dejó a todos sus discípulos sin palabras, nada más se limitaron a observar cómo su Señor purificaba los pecados de la gente.

Ellos mantenían sus ojos bien pendientes, porque tarde o temprano bautizaría a un ser poderoso bajo el clamor del Espíritu Santo. Dicho esto, surgen preguntas como por qué la ceremonia del bautismo es un sacramento y son bastantes preguntas que tienen su respuesta.

Algunos sacerdotes de la región también acudieron al desierto para preguntarle abiertamente quién era y por qué está bautizando a los hombres. Lo único que tuvo para responderles es que no es el Mesías, ni un profeta, tampoco Elías. Más adelante si ofrece respuestas más certeras a aquellos hombres sedientos por la curiosidad:

«Yo soy la voz del que clama en el desierto: enderezad el camino del Señor». Los fariseos no se conformaban pues querían saber el significado de su bautismo de agua, pero Juan repetía: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros está el que vosotros no conocéis, el que viene detrás de mí, a quien no soy digno de desatar la correa de su sandalia» (Jn).

La voz y la palabra

Jesús ya estaba en el desierto y lo suficientemente lejos de su casa natal para dar el siguiente paso. El mundo entero se dio cuenta que su bautismo resultó todo más allá de lo que esperaban, porque iluminó todo el desierto con su majestuosa palabra. Jesús camina en medio de otros hombres, con la convicción que ahora es el gran hijo de Dios y que su vida pública no será en vano por todo lo que resta por hacer.

«Apareció Juan Bautista en el desierto predicando un bautismo de penitencia para perdón de los pecados. Y acudía a él toda la región de Judea y todos los habitantes de Jerusalén, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. Juan llevaba un vestido de pelos de camello y un ceñidor de cuero a la cintura, y comía langostas y miel silvestre.

Y predicaba diciendo: Después de mí viene el que es más poderoso que yo, ante quien yo no soy digno de inclinarme para desatar la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado en agua, pero él os bautizará en el Espíritu Santo» (Mc).

El bautismo de Jesús

Con su bautismo, la vida pública de Jesús arranca por todo lo alto, ante uno de los ceremoniales más extraordinarios del cual varios fueron testigos oculares. Al igual que otros peregrinos procedentes de Galilea, Jesús esperaba su turno para ser bañado por Juan Bautista para reconocerlo como hijo. Sin embargo, una declaración ensordece a todos alrededor, cuando Juan asegura que es él quien debería ser bautizado por Jesús.

Cumplir con la justicia

Al principio, Juan Bautista asegura no conocer a Jesús como el hijo de Dios, tampoco como el Mesías. No obstante, jamás negó de su parentesco de primos. Cristo conoció muy bien la penosa historia de Isabel y Zacarías, su deseo por ser padres y concebir luego de muchos intentos fallidos.

Juan estaba consciente que Jesús no tiene ningún pecado encima. Aparte, reconoce en él a uno de los hombres más justos de los que están presentes en el desierto. Está de acuerdo que Cristo es un gran hombre capaz de implorar por todos los pecadores, el que profesa un gran amor hacia sus padres.

De repente en su faceta de pariente Juan conoce más detalles de Jesús que no quiere decir. En esos casos, el silencio es bastante importante, por el tiempo que lleva como ermitaño y a sabiendas que no todo puede conocerse en una persona. A pesar de eso, ambos hombres estuvieron igual de cercanos, tanto en lazos de sangre como en vida espiritual.

¿Qué sucede cuando se sumerge Jesús?

Cuando el cuerpo de Jesús se introduce paulatinamente en las aguas y Juan lava su cabeza, es símbolo en la limpieza de los pecados en todos los hombres. El agua es capaz de depurar todo el cuerpo y es sometida a la alegoría que puede hacer una limpieza profunda sobre las almas, para que la mancha de pecado original quede borrada para siempre y así ser cristianos dignos frente a los ojos de Dios.

Así como Jesús tiende a limpiar el pecado de los hombres, con su sumergir es capaz de santificar las benditas almas o les da la fuerza nueva para que puedan salir adelante. Con el sacramento del bautismo, todos los cuerpos podrán limpiar sus pecados de tajo, sin mancha ninguna de ellos.

Con este procedimiento, será un paso adelante para conocer la buena nueva, los Tiempos de Gracia o de resurrección. El símbolo de las aguas no solo contribuye a la limpieza, sino representan un paraje a la vida eterna.

Dios se manifiesta

El mayor acto de todos ocurre cuando Jesús sale de las aguas, porque Dios se manifiesta. Al nuevo Hijo de Dios se le abren los cielos, para recibir la bendición verdadera del Espíritu Santo. Él descendió desde el cielo en forma de paloma para posarse sobre Cristo. Acción seguida, una voz en el cielo penetra a todos los presentes con: “Este es mi Hijo, el amado, en quien me he complacido» (Mt).

La voz que provenía del cielo era la del Padre eterno, aquel facultador que puede engendrar a un hijo de la estampa de Jesús. El Hijo es amado por su Padre, el cual no tiene reparo en ofrecerle todos sus dones divinos para mezclarlos con sus atributos de hombre. El Padre le dio su vida, pero ahora Jesús corresponde ser cónsono y obediente con todas las misiones que tiene para él.

Dios ha dotado a Jesucristo de una libertad humana para que pueda amar a todo su prójimo del mismo modo que le ama a él. Por su parte, el Padre está complacido por el trabajo realizado, al saber que tiene a un Hijo que ama a todos por igual, sin hacer distinciones entre uno y otro. No importa el pecado en el que estén envueltos, porque el amor siempre será incondicional para cada uno de ellos.

El espíritu

La paloma blanca que estaciona en el río del Jordán simboliza al Espíritu Santo. Asímismo, es la paz encontrada en los Tiempos de Gracia, en la buena nueva. Es el amor cristalizado de Dios hacia su hijo, la bendición o recogimiento como su unigénito. Anuncia junto a Jesús la Nueva Alianza, el verdadero amor en que todos desean vivir. Es la permanencia que Dios volará sobre las aguas para bendecir a las nuevas criaturas que de ahora en adelante serán sus hijos predilectos.

Aquella paloma es capaz de liberar el fuego maligno que permanece en los corazones de los hombres. Ahora será el conductor de aquellas almas para que sean capaces de comprender que hay un Dios que tiene su máximo reino preparado para su goce al momento de partir del plano terrenal al celestial. Ese Dios será capaz de colmar tanto de amor para ofrecer a los amantes, como el propio, que al final de cuentas es el más importante dentro de la aceptación.

Ahora Jesús es el nuevo Rey dentro del trono sagrado que maneja el Altísimo en el paraíso. Anteriormente, mucho tiempo atrás de conocerse el sacramento del bautismo, todos los reyes eran untados con aceite para de algún modo recibir el acogimiento de Dios. Del mismo modo, es un rito que los hace ser más fuertes y valientes para enfrentar las distintas problemáticas de su trono en la tierra.

El Espíritu Santo ha invadido para siempre el corazón de Jesús, que ahora siente que tiene mucho amor por ofrecer como el nuevo hijo que ha sido bautizado. Acá, la vida pública de Jesús nos invita a ver cómo ha sido victorioso en su afán de recibir las aguas en frente de toda la comunidad que asistió al desierto, esperando por ese gran personaje que estaba a punto de llegar y que por fin tuvieron la dicha de conocer. El mismo Juan exclama lo siguiente:

“Jesús lleno del Espíritu Santo, regresó del Jordán, y fue conducido por el Espíritu al desierto».

Dios siempre supo cuáles serían los mejores planes para Jesús y por eso lo separó temporalmente del seno de su madre para trasladarse hasta el desierto. Acá, el ambiente fue el idóneo para que Cristo permaneciera en oración en soledad, como un ermitaño, hasta que encontró al buen Juan que lo bautizó y así la paloma blanca que bajó desde el cielo bendijo aquella acción junto a la voz que proclama a Jesucristo como su hijo.

Las tentaciones del desierto

Las tentaciones no se hicieron esperar en tiempos de cuaresma. Durante cuarenta días y cuarenta noches, Jesús permaneció en constante ayuno y oración, para así estar cercano a los designios de Dios luego de su gran bautizo.

El silencio

El Espíritu Santo representa un gran guía para Jesús al momento de cruzar el desierto. En ningún momento hubo algún titubeo que hiciese devolverlo a su casa con el fracaso de no haber podido avanzar. Ahora, el Mesías vive la experiencia religiosa con toda plenitud y gracia, sin olvidarse que sigue siendo un hombre como cualquier otro mortal, pero con la bendición de su Padre que está al tanto de todas sus acciones en aquel lugar santo.

Otros religiosos han establecido el mismo voto de silencio que hiciese Jesús en el pasado, para conectar su espíritu con el de Dios en gran modo. No hay distracciones ni episodios de tensión que separen su alma a la de su Padre, cuyas oraciones son el instrumento perfecto para interconectarse.

El ayuno es otra arma importante para que el cuerpo expulse lo que no necesita. Esta acción también parece contar con antecedentes importantes como el hinduismo o budismo, de limitar las acciones de comer para complacer a un Dios.

Jesús no es el primer enemita conocido en el mundo, porque hay más santos que han residido en el desierto para encontrarse a solas con Dios. Gracias al poder de la oración mucho de ellos han encontrado un alivio para su alma o para rescatarlas de algún tormento pesado que no los deja vivir felices. Otros simplemente lo hacen porque han llevado una vida en oración solitaria y prefieren refugiarse en los sitios más recónditos de la naturaleza.

El demonio

Este es el principal agente de todas las tentaciones conocidas en el mundo. El diablo es capaz de sembrar miles de baches en los cuales todos podemos caer. Él es el padre de la mentira a través de la persuasión. Es el rey de las artimañas con las que siembra discordias o males. En más de una ocasión intentó esquivar los buenos planes de Jesús, haciendo que renunciara a los mismos o dejara toda su misión inconclusa.

Para bien o para mal, no hay que eliminar de tajo la posibilidad que si hay un demonio maléfico capaz de enredar el panorama de los hombres. Es imposible no mencionarlo, porque la idea del mal existe y sin ella no hay distinción entre la dicotomía del bien/mal como factores que diferencian la vida normal de un hombre. También, puedes echar un vistazo a la oración contra hechicería y todo mal para hallar la protección correcta frente a las tentaciones.

El demonio es un ser vivo, pero con la suficiente inteligencia para persuadir a los más débiles hasta sacarlos de balance. Por eso, Jesús con su fuerza espiritual es capaz de vencerlo, aunque el diablo es bastante incisivo en sus planes, por lo que un primer combate con él no será tarea sencilla. Fue capaz de rebelarse en contra de Dios sin titubeos, aunque este gozo es bastante amargo, por lo cual tampoco es que muestra un orgullo agudo o síntomas de una alegría por hacer eso.

Su inteligencia no puede subestimarse. Desde luego, cuando conoce quién es Jesús y su procedencia considera que es bastante fácil de persuadirlo estando en el desierto. Lo que no sabe es que gracias al bautismo superó con muchas expectativas la mancha de pecado y está protegido por el manto de su padre, por tanto, intentar engañarlo no será sencillo para el demonio. Lo mismo debe ocurrir con otros hombres, no solo con Cristo.

El diablo considera que el hombre no puede amar más allá que no sea a sí mismo, ni que este sentimiento traspase todas las fronteras posibles. Esto se lo hace saber a Jesús, pero con su juego de palabras que son capaces de engañar a cualquier hombre.

El diablo tienta a Jesús

Luego de transcurrir los cuarenta días y cuarenta noches, Jesús sintió hambre por primera vez. El Espíritu Santo le ha estado acompañando en este camino para que no se sienta tan solo. Es aquí cuando el diablo se acerca hasta el Hijo de Dios para hacerle un reto: «Si realmente tienes hambre, toma estas piedras y conviértelas en panes«. Jesús responde a esto: «escrito está: no solo del pan es capaz vivir el hombre, sino de todas las palabras que salen de la boca de Dios. Pues escrito está«.

Al ver que el Hijo de Dios no cayó en su primera trampa, entonces lo condujo por la Ciudad Santa, hasta solicitarle que se colocara encima del pináculo del Templo para posteriormente decirle: «Si en realidad eres el Hijo de Dios, entonces arrójate hacia abajo. Pues escrito está.  Dará órdenes para ti, los ángeles, para que te lleven consigo y no te destroces con las piedras que hay allí». Jesús responde al demonio: «Escrito está también que no tentarás al Señor, porque es tu Dios«.

Por tercera vez, el diablo conduce a Jesús a otro sitio, pero esta vez desde lo más alto de una montaña para que observase todos los reinos que estaban a su alrededor. En este instante le dice: «Si me adoras, todo lo que ves desde acá será tuyo«. Esta vez las palabras de Jesús fueron menos, pero con mayor contudencia en su fuerza entonativa:  «¡Apártate, Satanás!» pues escrito está que a mi Dios adorarás«.

El momento adecuado

Luego de los cuarenta días y cuarenta noches, además de las tentaciones ofertadas por el demonio, el cuerpo de Cristo sintió cansancio. La vida pública de Jesús en estas instancias resultaba compleja, pero no renunció en ningún momento a todo lo que había alcanzado con ello.

Solo necesitaba un poco de comida y agua para reponer las energías perdidas. La mente de Jesús pudo haber caído en un verdadero colapso, sea producto del mismo hambre, la falta de agua o la propia soledad en que estaba viviendo. No cabe duda que la vida pública de Jesús apenas empieza.

Satanás es lo suficientemente calculador como para tantear el terreno, con la esperanza de tenderle una zancadilla a Jesucristo en su peor momento físico. Sin embargo, Cristo tampoco le teme a los retos que le ofrece el demonio y sabe muy bien defenderse en cada uno de los casos. En la vida pública de Jesús, quizá pudo haber pensado que las tentaciones de Satanás no tienen mayores alcances, pero si, porque es tan real como el dolor, la muerte y sentir en carne viva la sed.

Si de algo sirvió esto en la vida pública de Jesús es en la opción de ver todo lo negativo que se oculta tras una tentación. Cristo pudo revalidar frente al diablo que efectivamente es el Hijo de Dios. El resultado positivo sobre los encuentros con Satanás es que si se puede ser fiel a los mandatos del Padre y enaltecer su nombre pese a las injusrias establecidas por este ser maligno.

El sentido de las tentaciones

Las tentaciones pueden tener un objetivo muy claro: que el hombre sea tan fuerte para que pueda sortear todas las provocaciones del maligno. Tales tentaciones suelen verse marcadas por tres acontecimientos de relevancia: el placer de la carne, el llamado a la soberbia y la debilidad enseñada por asuntos de dinero y poder.

Todas las respuestas de Jesucristo para tales baches son positivas, exaltando su espíritu sobre la materia y dejando en claro que su infinito amor por Dios está por encima de cualquier mentira que el demonio quiera ejercer.

Este poder último no será bien visto si es utilizado para fines personales, en lugar de alabar a Dios o servir a los demás. Aunque no se ha dicho y es otra de las tentaciones con más repercusión es en la tentación por comer sin control y en forma compulsiva. El amor propio que raye en el egocentrismo es otra tentación que hay que evitar, porque con ello está contribuyendo a mirar a otros hermanos cristianos por encima del hombro, con un síndrome de superioridad y eso no está bien.

Primera tentación

La primera tentación en la vida pública de Jesús es recién cumplidos los cuarenta días y cuarenta noches en el desierto. Desde luego, su cuerpo ya estaba más débil producto del ayuno y la falta de agua. Asimismo, presentaba otras necesidades de carácter afectivo y que la soledad estaba haciendo aguas en su personalidad.

«Si eres Hijo de Dios, haz que estas piedras se conviertan en panes» fueron las primeras palabras del demonio con Jesús, retándolo efectivamente para que hiciera este acto auspiciado por Satanás.

El demonio lo que quiso fue probar el poder de Jesús como Hijo de Dios para que pudiese cumplir con cada una de sus necesidades y saciar el hambre que venía presentando. El pan es el alimento por excelencia que defiende Dios y eso lo sabía muy bien el ser maléfico, por ende conduce a Jesús a tomar las piedras para ver si realmente tenía este privilegio de transformarlas.

Quizá Jesús llegó a pensar que la oferta del demonio no es del todo nefasta, tomando en cuenta que conoce las virtudes del pan como alimento. Sin embargo, conoce muy bien las intenciones de Satanás, jugar con su mente y la necesidad real de consumir algún alimento para que su cuerpo no perdiera la poca fuerza que aún le quedaba. Lo mismo puede verse con el acto de procrear, que conduce a unos efectos del cuerpo que es encausado por el afecto.

En los libros no hay algún punto referencial sobre las extensiones de una tentación. Así que, Jesucristo no presta demasiada atención a este primer intento del demonio, porque encima de eso está el sentido del celibato y el ayuno como tendencias que ayudan a estar en mejor contacto con su Padre.

Aunado a ello, el amor propio que sentía Cristo, el hecho de obedecer a Dios lo conducen inmediatamente a rechazar todas estas ofertas o gozos naturales que satisfacían sus necesidades por continuar su estilo de vida enemita en el desierto.

Vivir el amor

La respuesta de Jesús deja en claro que lo que desea Satanás no es del todo malo: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que procede de la boca de Dios». Aparentemente en esta primera tentación en la vida pública de Jesús no hay novedades que la petición sea mala o ilícita. No obstante, Jesucristo si describe que aunque no sea una sugerencia mala, él intenta ir más allá de ese amor propio convencional y de otras satisfacciones que solo las cosas buenas produce.

Jesús no recrimina las realidades en la que vive, ni lo ofrecido por el demonio sea del todo malo. Eso sí, señala que hay que vivir más allá de la gula y otras necesidades corporales, superar ese amor propio para vivir en un sentimiento más enaltecido que eso. Un aspecto a considerar es que Jesús siempre se mostró natural una vez descubiertas las tres tentaciones de su enemigo público.

Está consciente que el amor hacia su Padre y sus estatutos están por encima de tener otros privilegios benignos como el alimento y agua para estar mejor físicamente. El amor espiritual de Cristo hacia su Padre lo hizo triunfar sobre la maldad.

El amor propio es superado con creces por Jesús; pues él va más allá de esto. Es el inmenso amor que tiene por su misión que lo hace traspasar el escalón de los sentidos y el querer estar acompañado en el desierto. Él explica con algunas palabras tomadas en el Libro de la Sabiduría que el placer de los sentidos no es del todo malo, porque cada una de ellas cumple con un ciclo de naturaleza normal.

El amor carnal o sensitivo es bastante positivo para un hombre natural, pero como la vida pública de Jesús ya se cristalizó, busca un amor más espiritual que sensitivo o propio.

El que ama con un amor espiritual es capaz de vencer todas las barreras de la tentación, cualquier deseo por sentir o una compañía en medio de la fría soledad. Por esta razón, no quiere decir que la primera tentación a la que se enfrentó el Salvador sea del todo malsana, pero si tiende a producir desorden o excesos.

Por fortuna, Jesús pudo sortear esta primera tentación, pero no sería la única a enfrentar, particularmente cuando esté sometido en la cruz, cuyos dolores por el madero son indescriptibles. La enseñanza que queda es el triunfo del amor verdadero sobre las ofertas engañosas.

Segunda tentación

Esta es la tentción más ambigua de analizar de acuerdo a la vida pública de Jesús. El diablo hace una alusión a una parte encontrada en el Salmo 91: «Si eres el verdadero hijo de Dios, entonces arrójate abajo. Pues escrito está. Dará órdenes cerca de ti los ángeles para que te lleven en sus manos, no vaya a ser que tropieces tu pie con alguna de esas piedras«. Con esta frase, el demonio insiste en lastimar a Jesús o hacer dudar su proclamación como el Hijo de Dios.

No obstante, Jesús sigue confiando en su Padre, como ningún hijo lo ha hecho con su padre. Como Satanás conoce lo fuerte que es Jesús, plantea que la salvación para los hombres debe ser a través de un milagro.

Esto es posible como por Dios como para solicitar una petición de fe y así salvar a la humanidad. Un milagro se basa en dejar boquiabierto al que lo solicita con la resolución de su problema. Los testigos también estarán pendientes de lo que llegue a ocurrir con un evento sobrenatural.

La gente estaría admirada por los poderes que tiene el Mesías y de algún modo el demonio lo que desea es desacreditarlo frente a los ojos de todo el mundo. Asimismo, el Salvador anunció desde aquel pináculo que el fin de todos los problemas en Israel estaba cerca.

Le sugiere a todo el público que veneren a las demás gentes, para que se conviertan gracias a este milagro. Cuando el hecho de admirar pasa a tomar contrastes de vanidad, la humildad poco a poco se va perdiendo con el paso del tiempo.

Jesús tenía en su decisión de cubrir a Israel con todos sus poderes para ganarse la admiración de todos, pero no buscaba la adulación de un colectivo por haber cumplido con un favor. Por ejemplo, si Jesús hubiese decidido la adulación, ser admirado por todos como un Dios, entonces la manifestación del amor espiritual quedaba totalmente oscurecida, en un segundo plano, sin ningún ápice de humildad ni amor por su prójimo.

Más adelante y en la cruz, Jesucristo fue capaz de revelar el máximo amor que puede sentir por su pueblo; por eso muere y resucita. Conoce más sobre esto en el artículo: la muerte de Jesús, donde descubrirás algunos detalles extraordinarios que muchos desconocen.

Temor a Dios

«Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios«. Con esta respuesta de Jesús hay que partir en una importante interrogante: ¿Es posible tentar a Dios? y efectivamente si es posible.

Por supuesto que se puede, pero no porque Dios esté consciente que está en pecado o puede ejercer acciones para hacerlo. Lo interesante del asunto es que Dios al verse tentado, puede cambiar todos sus planes de salvación, mientras que a Jesús intenta desviar de su camino evangelizador hasta que abandone el desierto por cansancio o sed.

Lo que el demonio quiere para su segunda tentación es precisamente eso, que Cristo no continúe haciendo lo que hasta ahora llevaba a buen pie. Realmente con esta opción que le propone su enemigo público, está huyendo a lo que sería su destino final: a ese sacrificio grande como prueba de amor hacia todos los hombres.

Es la nulificación para la expiación de todos sus dolores. Intenta persuadir para que elija una salvación más sobrenatural que si bien es cierto luce menos doloroso, también se pierde todo un cúmulo de amor que solo en la cruz fue capaz de sentir.

Cristo siempre va a elegir todos los designios de su Padre antes que escapar a su destino y de evitar la cruz, como una especie de triunfo sobre la muerte.

De elegir ese camino, ¿Cómo sería la historia universal o qué ocurriría en otras hipótesis? Son preguntas que no tienen una respuesta fácil de digerir. Jesús no perdió la motivación de seguir el camino de la humildad, así estuviese colmado de persecuciones y más baches en el camino que le hiciese retractar de su postura y sin embargo no fue así.

El camino hacia la humildad será la alternativa fiable para el Hijo de Dios, porque es el mismo sendero que conduce a la misericordia total para los pecados cometidos hasta llegar a una conversión. Por su parte, hay un alto sentido de justicia de ofrecer a cada quien todo lo que se merece. De no tentar a Dios, ninguno de sus planes cambiará y la salvación será un hecho.

La tercera tentación

En la vida pública de Jesús está la tercera tentación, considerada como la más aguda de todas. Es aquí donde Jesucristo se proclama como hijo unigénito de Dios, el Rey victorioso y de paz, el monarca de la salvación que está por rescatar a todos los hombres. Por tercera vez, el demonio conduce a aquel hombre a una colina bastante alta con la cual pueden distinguirse más de un reino. El diablo ofrece cada uno de ellos para que pueda conquistarlos con la única condición que lo adorara.

En este panorama de la vida pública de Jesús, el demonio muestra toda su astucia de persuasión, una gran frialdad con la que engaña a todas sus víctimas.

La oferta de Satanás parece bastante elocuente, teniendo en cuenta que encima de aquella colina hay un sub-mundo de aldeas de grandes extensiones, pero los intereses a pagar son muy altos, adorando a la maldad, dejando a un lado a aquel Padre que tanto ama a un segundo plano. Aparentemente, estos reinos que el diablo ofrece son buenos, lleno de justicia y equidad.

El diablo no se cansa de hacer proposiciones a Cristo con un juego de palabras extraordinario: «somos inteligentes, porque juntos podemos crear un gran reino de justicia«.

El malévolo ofrece a Cristo el poder político para que pueda impartir el poder y crear la ciudad perfecta donde impere la paz y justicia: «Tú puedes crear tu propio universo, siguiendo los parámetros de un hombre conocido como Alejandro Magno«. Es así como frente a Jesús habían muchos reinos, grandes aldeas, pero con población primitiva y en condiciones austeras.

Todos estos reinos a simple vista se veía bien para trabajar y hacerlos producir, sin embargo, Cristo prefiere el reino de su padre: el reino de Dios que ya es prometido para él para juzgar a vivos y muertos. Dios está en las ciencias, en la economía, en cada miembro familiar, en todos lados. Lo prometido por Satanás luce bien a simple vista, pero es otro engaño más para seguir el camino fácil, junto a una adoración que no trae nada positivo para su vida, ni la de ningún cristiano que ama a Dios.

Jesucristo estaba al tanto de todas las dificultades que atraviesa por llevar una vida pública, pero es el mejor ejemplo que si puede salir victorioso de todas las tentaciones ejercidas por un ser malévolo.

Quizá es fácil cegarse con todos los poderes que está ofreciendo, pero a cambio de infelicidad, del camino fácil o de adorar a falsos profetas. La vida pública de Jesús consiste en que el reino de Dios sea el trono que todos alcancen, es el amor más puro que conduce del exterior para iluminar el sentido interno de los cristianos.

La respuesta de Jesús

«¡Apártate, Satanás!» es la respuesta más tajante que ha ofrecido Jesús desde el primer momento en que el demonio se acercó hasta él para empezar a tentarlo. Recuerda que tiene a un Padre a quien obedecer y hasta el tercer bache, Jesús de algún modo le sigue la corriente, para al final negarse a acceder a todos los tratos de este personaje oscuro que no niega su accionar, ni se aleja hasta no lograr su objetivo.

Dios es el que tiene la razón, el que muestra un reino más realista, sin que sea oculto el espíritu de justicia y amor. El Altísimo no tiene intenciones de remover la libertad de los hombres en adorar otros elementos, pero nunca que desvirtúen sus principios por seguir las leyes de un demonio que solo conduce a la desgracia y el sufrimiento.

Muchos otros tendrán esa libertad para preferirlo y burlarse de Dios abiertamente, pero están negados a recibir el apoyo con ayuda de la misericordia. Son riesgos que todos los hombres alejados de Dios deberán reconocer.

El reino de Dios estará disponible en todos los corazones que acepten sus designios. La estructura de este universo ya está sembradas en todas las almas. Solo accederán a tal reino a aquellos que realmente lo merezcan y no han desmeritado las obras del Padre. La fuerza del pecado hará que el trabajo de Jesús quede un tanto obstaculizado, pero no olvida el norte en lo que pretende lograr.

A veces, es difícil aceptar que somos libres, pero de no pensarlo, entonces la idea del amor no es completa. Si el hombre pretende suprimir el amor, entonces es capaz de eliminar todo el afecto que puede sentir por Dios, su reino y todos los elementos asociados. Si el camino es la soberbia y ser admirado, ganarse el respeto y el amor por medio de la adulación, entonces el demonio habrá triunfado, con ayuda de su tercera tentación que busca el amor de Jesús para ganarse su admiración.

Es por ello que en el reino de Dios, si todos los hombres veneran esta verdad, están en el camino correcto. Por esta razón, en la vida pública de Jesús se habla de esta primera gran victoria espiritual, en la que no importó ni la debilidad, ni el hambre que Cristo pudo sentir a raíz de la cuaresma en el desierto.

Luego de vencer al diablo, todos los ángeles se acercaron de Jesús para rodearlo. Es una victoria también de estos mismos ángeles. No obstante, la suerte está echada y faltan muchas batallas por ganar en la vida pública de Jesús.

El anuncio del Reino de Dios

Los tiempos de Gracia, las grandes revelaciones, las buenas nuevas están a punto de conocerse en la vida pública de Jesús que está en su climax de haber logrado todos los objetivos y de haber vencido al diablo en trío de ocasiones.

La aceptación del mensaje de Jesús

Durante los primeros meses en la vida pública de Jesús, siempre estuvo situado entre los rumores que escuchan sobre él y la aceptación de estas personas en cada uno de los mensajes que ofrece. Los evangelistas de la actualidad que creen en él, es un hombre alabado por un gran colectivo, sin las intenciones de ser adulado, como lo quiso el demonio para su última trampa en aquella colina donde mostró una serie de aldeas a Cristo.

Entonces, ¿Qué era lo que tanto hacía Jesús en los minutos de soledad y por qué hacía tanto hincapié en los mensajes? Lo que tanto quiso advertir a todos es sobre el Reino de Dios:

«Llegó Jesús a Galilea predicando el Evangelio de Dios, y diciendo: El tiempo se ha cumplido y está cerca el Reino de Dios; haced penitencia y creed en el Evangelio» (Mc).

«Juan había preparado el camino predicando que el reino de Dios estaba al llegar» (Mt).

El Reino de Dios está para el acceso de todos y Jesús tiene las llaves de ese espacio en el que no todos pueden entrar, aunque Dios quisiera que si, pero la maldad existe y quienes lucen ya tentados por el demonio tendrán que hacer otros ejercicios para deslindarse del camino fácil y aceptar al Padre como el creador del cielo y la tierra.

La esperanza de alcanzar este Reino no nace de un día para otro o de una generación en específica. Surge como una necesidad en que los hombres desean imitar las acciones de Cristo para ser como él, vivir como él y ser fuertes como él en el manejo de las tentaciones.

Todos los hombres en todos los pueblos mantienen la creencia que si existe una región donde impera la paz y armonía. Lo mejor de todo esto es que los hombres sueñan con conocer ese mundo en el que puedan interactuar con Dios, sentir a alguien que no pueden ver, pero el saber que está allí conforta a todos los cristianos.

En medio de esta tarea pueden existir muchos fracasos, pero al retratar la vida pública de Jesús, este factor se hace posible con ayuda de la fe cristiana. Los habitantes de Israel fueron los primeros en experimentar esta esperanza, porque la historia de Dios para ellos es tan sagrada como la vida misma.

Una dimensión religiosa

Israel es aquel pueblo que concentró un gran poder de dimensión religiosa y eso puede entenderse al retratar las vidas de Abraham y Jacob. Con la monarquía davídica queda bastante claro este punto. El personaje de David es muy recuerrente para magnificar la esperanza de Isarael. Isaías, tomando como ejemplo a lo que hizo el ángel Gabriel, anuncia al Rey más inteligente y audaz conocido como Ajaz que la virgen pronto estará embarazada.

De ella nació un niño de grandes cualidades, que de adulto será conocido como el «consejero admirable». Este personaje será capaz de acercar a todos los hombres a Dios hasta ensanchar el Reino prometido. Este hombre será capaz de reconciliar a aquellos que estén en guerra y confinar un camino de paz donde todos tengan la posibilidad de estrechar sus manos en un gran abrazo.

La espera

El sentido de la espera en los tiempos anteriores a Cristo es un hecho ineludible, de tal modo que puede leerse en la siguiente cita:

«Salta de júbilo, hija de Sión; alégrate, hija de Jerusalén. He aquí que tu rey viene a ti; él es justo y victorioso, humilde y montado en un asno, joven cría de asna. Y hará que desaparezcan los carros de guerra de Efraím y los caballos de Jerusalén, y desaparecerá el arco de guerra. Él anunciará la paz a las naciones y dominará de mar a mar y desde el río hasta los confines de la tierra» (Zac).

La buena nueva

En los Evangelios, Jesús anuncia los nuevos tiempos, las grandes novedades. La religiosidad posee un punto bastante tajante en cuanto a las desinformaciones, porque la mala información es reprochable en este aspecto.

Hay que cambiar de mentalidad y evaluar cuál es el poder de las promesas luego de hacerse la vida pública de Jesús. Poco a poco, Jesucristo aclara sobre cómo será este Reino, pero no entra a mayores detalles, a excepción cuando esta sobre la cruz y no le resta mucho tiempo de vida o su aliento está escaso.

Argumento de la película

La película «La vida pública de Jesús» inicia con los textos en el Evangelio de San Lucas, además con la anunciación del ángel Gabriel a María que pronto daría luz a un hijo. Más adelante, María visita a su hermana Elizabeth para decirle que es la mujer más bendecida del mundo, porque ella también tendrá la dicha de ser madre a pesar de sus dificultades.

Cuando los romanos están dispuesto a elaborar un censo en Belén, los casados María y José disponen ir al sitio para registrarse. Mientras Jesús está en el pesebre, otro ángel declara que el Mesías ha nacido y que está en Belén.  Otra semana después, la pareja de esposos, recién convertidos en padres viajan a Jerusalén para hacer la presentación oficial de su hijo en el Templo.

Muchos años después inicia la predicación de Juan Bautista, al mismo tiempo que inicia la vida pública de Jesús. Cristo al ser reseñado como el líder, estuvo a punto de ser asesinado hasta huir a Cafarnanaún. Poco tiempo después, empieza a preparar a todos sus discípulos, hasta que cada uno de ellos fue testigo de cómo resucitó a la hija de Jairo.

«La vida pública de Jesús» es una filmación que no deja escapar las parábolas más importantes de su carrera, como la parábola del fariseo o la del recaudador de impuestos, por mencionar otras enseñanzas más.

Reparto

  • Brian Deacon como Jesús.
  • Rivka Neuman como María.
  • Niko Nitai como Simón Pedro.
  • Peter Frye como Poncio Pilatos.
  • Eli Danker como Judas Iscariote.
  • Eli Cohen como Juan el Bautista.
  • Joshep Shiloach como José.
  • Richard Peterson como Herodes.
  • Talia Shapira como María Magdalena.

Lanzamiento

Warner Bross se encaró del estreno de la película, que ocurrió a finales de 1980 y principios de 1981. Cuatro millones de espectadores logró recaudar esta película y si bien es cierto que llamó mucho la atención de los religiosos, no logró captar la atención del público en general.

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