¿Sabes cómo eran las primeras comunidades cristianas?

Al principio de los tiempos, las primeras comunidades cristianas no lograron encajar con los preceptos básicos de la Iglesia Católica. Sin embargo, más adelante conformaron un gran movimiento que, de acuerdo a Hechos de los Apóstoles se clasifican en tres. Descubre a continuación el porqué de esta clasificación.

primeras comunidades cristianas

Las primeras comunidades cristianas

Las primeras comunidades cristianas se consideraban a sí mismos como los «nazarenos» que acudían generalmente a las sinagogas para reunirse y debatir sobre las lecciones aprendidas sobre Dios. Ellos tienen por premisa anunciar que Jesús es el Mesías, el salvador del mundo, el gran nazareno. Ellos creen en ese Jesús que resucita gracias a Yahvé.

La época inicial es considerada como el Periodo Apostólico, en el cual todos los caballeros de Jesús conformaron un selecto grupo que admira las bondades divinas. Luego que Jesús logró resucitar al tercer día, cada uno de ellos se dedicó a repartir sus enseñanzas fuera de Jerusalén, como parte de una tarea en difundir la muerte de Jesús y toda su pasión a quienes adoraron sus obras en vida y sus contribuciones luego de su doloroso fin sobre el madero.

Las misiones resultaron todo un éxito hasta en los países helénicos o respaldados por el Imperio Romano, aunque no fue una tarea sencilla de lograr. Esto se debe en parte a las persecuciones, cuyo único motivo es aceptar que el Emperador es la gran divinidad para adorar, en lugar de un Dios omnipotente que está en todas partes para juzgar a vivos y muertos.

Con el pasar de los años se aceptó otros puntos de vista, conllevando a una mejor tolerancia para aceptar otras posturas y no imponer otras como una gran verdad. Las primeras comunidades cristianas al principio estaban unificadas junto al judaísmo, pero paulatinamente separaron sus ideales para que cada quien ejerciera su propia religión sin intromisiones.

Con la destrucción del Segundo Templo de Jerusalén en el año 70, queda en definitiva la ruptura del judaísmo con las primeras sociedades cristianas, hasta posteriormente tomarse como gentiles en un ambiente hostil y de muchas trabajas que protagonizó el Imperio Romano.

Un buen indicio para asegurar que el éxito de estas comunidades es un hecho es con la conversión de algunos personajes paganos como Pablo de Tarso. Gracias a ello, logra un impulso importante para el mundo cristiano con la propagación de las ideas divinas más relevantes de conocer. En Arabia iniciaron los primeros viajes entre misioneros para visitar cada una de las aldeas que fuesen necesarias para establecer una comunión sólida con Dios.

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Para muchos cristianos, estas acciones no son del todo suficiente, porque se basan más en un cumplimiento en nombre de Jesús que por otras razones. En el Evangelio de San Mateo, en (28: 18-20) para ser correctos, Cristo refiere sobre conquistar a todas las naciones a través del verbo divino.

En algún punto de estas comunidades nacientes, surgió una gran fricción entre los gentiles (que estaban excluidos en el ambiente judío) y los más vehementes defensores del judaísmo. El pleito comienza por la observación de los gentiles en acoplarse o no a las leyes de origen, siguiendo el mismo ejemplo de los pueblos hebreos.

La Iglesia Católica por siempre luchó contras las ideas paganas, por ofrecer una religión más atractiva y con grandes fundamentos para no dejar de creer en ella. Del mismo modo, los principales dirigentes del cristianismo tuvieron ese toque especial de acercarse a los pueblos más necesitados para abordar con la Palabra de Dios y ofrecer asistencia en diversos ministerios que conocerán más adelante en este artículo.

Estos grupos religiosos tenían un mismo fin: defender los intereses de la Santa Iglesia y con el tiempo fueron logrando tales metas, hasta que esos grupos crecieron en forma asombrosa. Tal y como indica el párrafo introductorio de este post, las primeras comunidades cristianas, de acuerdo a Hechos de los Apóstoles se agrupa en tres:

  • Se desarrollan en el interior de la comunidad.
  • La oración, misas y demás consideraciones son muestra de una gran relación con Dios.
  • También dedicaban parte de su tiempo a la misión, caracterizada por salir del área geográfica de la comunidad para instruir a otras.

Ahora bien, es momento de explicar estos tres puntos en forma separada.

En el interior de una comunidad: la comunión

«Común-unión» es el significado de esta palabra, que persigue un bien o el mismo fin entre todos. La fe en Dios permite que este grupo de sujetos se siga consolidando en el mundo, yendo de aldea en aldea hasta difundir sus principales ideas hasta que los visitados hagan parte de esta comunidad. Esta misma fe, produce un fuerte lazo llamado hermandad, en la que todos comparten vivencias, milagros o buenas experiencias gracias a Cristo y todas sus obras de misericordia.

Todos son capaces de vivir como hermanos, hasta el grado de apoyarse mutuamente de ser necesario. Asimismo, simulan las acciones que en su momento realizaron Jesús junto a todos sus compañeros conocidos como Apóstoles. No cabe duda que estos hombres fungieron como el motor de toda una comunidad, ayudando a Cristo en todo lo que necesitaba. Este tipo de apoyo es fundamental para que una comunidad sea tomada en cuenta como cristiana.

Estas personas son como los propios Apóstoles, encargados de transmitir las enseñanzas de Jesús al mundo entero. La fe y unión se volvieron inquebrantables, al mismo tiempo que la predicación se convirtió en una actividad recurrente y de vigor para todos los devotos a nivel mundial. Para pensar que estas comunidades cristianas tenían éxito, un pueblo exclama: «Mirad, cómo se aman entre todos».

Relación con Dios a través de la oración, misas y demás consideraciones

Las primeras comunidades cristianas conocieron muy bien el poder de la oración. Un gran alivio y mejor comunión con Dios son dos de las razones fundamentales por lo cual la plegaria se ha establecido como parte de solicitar un favor, arrepentirse de los pecados o hacer una petición urgente. En este mismo orden de ideas, puede invocar la oración al Espíritu Santo para una petición de sanidad.

No existe un lugar en particular para realizar una oración. Las primeras comunidades cristianas tomaron por costumbre hacerlas en el templo, al aire libre o en sus hogares. Estos ritos solían escapar de las peticiones comunes para solicitar un favor bastante especial o un hermano que estaba en apuros. Todas estas acciones por lo general estaban acompañadas por una breve oración.

Los ritos y celebraciones son un claro ejemplo sobre cómo vivían las primeras comunidades cristianas. Uno de los actos más destacables es la fracción del pan, que más adelante tomó por nombre de liturgia eucarística. Este episodio es muy importante, porque Jesús da a conocer su cuerpo y sangre, que son derramadas en el madero para el perdón de todos los hombres y salvarlos de la mancha original.

Por su parte, también está el bautismo, sirviendo de preámbulo para establecer las comunidades cristianas desde la infancia y hasta la posteridad. Asimismo, otro momento ceremonioso es la imposición de manos, para recibir la bendición directa del Espíritu Santo.

Actividades externas: la misión

El Evangelio es tan importante en el mundo cristiano, que estas comunidades estaban dispuestos a salir de su área geográfica para repartir el verbo divino. La predicación de estos textos equivale a llevar la paz a todos los hogares que lo necesitan. La primera intención trató de evangelizar a los judíos, pero al poco tiempo dedicaron sus esfuerzos en viajar hasta los pueblos recónditos para cumplir con esta actividad.

Necesidad de organizarse

Los denominados Apóstoles eran quienes tenían mayor carga de responsabilidad para sacar a flote las primeras comunidades cristianas. No obstante, sus funciones se minimizaron al mismo tiempo que los grupos crecían. Por tal motivo, correspondía delegar funciones a otros miembros para armonizar todas las actividades.

Como parte de la ceremonia, la imposición de manos determina que los mencionados ahora ejecutarán nuevas funciones que en su tiempo los Apóstoles hacían con regularidad.

-Ministerio de la Palabra: Los designados para cumplir con este rol en primer lugar se estarían enfrentando a un gran conocimiento del Evangelio. Acto seguido, mantener un buen nivel de palabra sin persuadir excesivamente a las personas para que conozcan la verdad absoluta sobre Dios. Son aquellos oradores en los que recaen la responsabilidad de explicar todo el contenido y las reflexiones finales de todos los autores.

-Ministerio de presidir la comunidad: Están a cargo de todas las actividades culturales y espirituales para respaldar todo lo que hace el ministerio antes descrito. De concretarse estos dos grupos, la necesidad de organizarse será un hecho ineludible.

En algún punto de la predicación en el Ministerio de la Palabra, si por alguna circunstancia ajena los Apóstoles no pueden asistir, tendrán la misión de elegir a sus suplentes en su lugar. Los mismos deberán mantener el mismo carisma de los principales para saber transmitir el mensaje a la aldea.

Del mismo modo, serán los propios Apóstoles los encargados de observar quiénes serán sus sucesores al momento de dar un paso al costado o pertenecer al otro Ministerio. Asimismo, con la evolución de las primeras comunidades cristianas, se van fundando más departamentos en que sobresalen los médicos, los dirigentes en las colectas y más.

A partir del I existían las famosas iglesias primitivas y se regían por estos ministerios explicados en el post. Sin embargo, aparecen otras figuras de gran peso como el obispo, el presbítero y los diáconos. Cada uno de ellos con funciones particulares en cada caso.

Todos y cada uno de ellos trabajarán desde la iglesia, pero mantienen la premisa del trabajo mancomunado de los Apóstoles para Jesús. Ninguno de ellos debía olvidar que afuera de las instalaciones religiosas hay una comunidad que los observa y requieren de su asistencia.

Primeros conflictos

Es bien conocido que los primeros cristianos surgen de los propios practicantes del judaísmo.  Prácticas como la circuncisión y las plegarias dentro del tiempo tomaron vigor hasta mantenerse en época actual. No obstante, en lugares como Antioquia de SIria, este grupo resultó menor y sin fuerza de tomar determinaciones. Por esta sencilla razón, estos judíos en lugar de calificarse como tal, fueron designados como paganos.

Luego de este conflicto, muchos de estos individuos no quisieron someterse al proceso de circuncisión y no había necesidad de obligarlos. En contraparte, con esta negativa no estaban sumando puntos para que el sector religioso cambiara su percepción de paganos que ya ejercían sobre esta minoría.

Respecto al acto de la circuncisión, Santiago fue uno de los grandes partidarios para que todos los cristianos se sometieran a él. Bajo esta postura estaba el modo de pensar de Pablo y Bernabé, al alegar que este proceso pertenecía directamente a las tierras paganas.

Para que esta disputa no siguiera trascendiendo, nuevamente la figura de los Apóstoles en las primeras comunidades cristianas tienen mayor protagonismo. En primer lugar, estaban de acuerdo que las predicaciones tenían que ser fuentes fiables sobre la palabra real de Jesús.

Pedro, quien asume el papel de portavoz para todo el grupo, expone que la verdadera fe en Jesús es el pilar fundamental para que estos grupos de apoyo difundan su verbo. Para él, los paganos también tienen derecho de recibir al Espíritu Santo y de no apegarse a otras leyes que no sean las divinas.

Santiago, cuya idea para estabilizar ambos bandos toma por iniciativa enviar una misiva rumbo a Antioquia para tranquilizar a todos los hermanos. Para hacerlo, se vale de un mensaje referente al Espíritu Santo. Tras una importante tertulia en Jerusalén, la Iglesia Católica logra sacar partido de tres postulados:

  • Separación de la cultura cristiana con la judía. No hay razón para que entre una secta y otra haya entrelazamiento. Por su parte, los cristianos no componen pilares que solo sostiene el judaísmo.
  • La leyes de una sociedad son importantes, pero importa es regirse por los preceptos de Jesús y lo que indica el Evangelio para seguir el ejemplo de las primeras comunidades cristianas y promover esta acción hasta crear grandes masas.
  • Para la salvación no hay distinciones entre las ciudades. Todos aquellos que prevalecen en su fe, estarán salvados.

Persecuciones

Los judíos fueron los primeros en experimentar las primeras persecuciones. La máxima autoridad de los judíos no podía permitirse que la palabra de Jesús continuara desacreditando lo que su propia religión había establecido. Por ejemplo, la idea del Mesías y la resurrección no tenían ningún tipo de cabida para un Sumo Sacerdote de los judíos.

Entre varios Apóstoles y personalidades importantes como Esteban, sufrieron muchas difamaciones y ciertas acusaciones muy graves por parte del imperio judío por transmitir cada filosofía relacionada a este aspecto. Cabe mencionar que no siempre existió la persecución en las primeras comunidades cristianas, siempre y cuando el cristianismo no interfiriese en las doctrinas judías u observar que el terreno ganado por el judaísmo perdía fuerzas contra el cristianismo.

Es importante mencionar que los movimientos adversos de los judíos no llegaron a intimidar a las primeras comunidades cristianas. De hecho, los Apóstoles representaron un bálsamo para calmar a estos sujetos.  El impulso no solo sirvió para superar los dogmas del Pentecostés, sino además afirmar que Jesús si es el Mesías, la salvación para todo el mundo.

A pesar de estos intentos de persecución, todos estos movimientos en lugar de perjudicar la tarea de los Apóstoles, hasta cierto punto los benefició. Los cristianos solían salir de su territorio para conquistar otros mediante la palabra de Dios e ilustrar a los extranjeros con los grandes principios de la Iglesia Católica.

Gracias a las persecuciones nace un término interesante de evaluar: el de mártir. Esta palabra originalmente significa testigo. Por esta razón cada vez que un santo (posteriormente exaltado) fallece, es considerado como un mártir, porque da fe de la existencia de Jesús y sus dogmas.

Esteban, el primer mártir

Esteban fue el primer mártir conocido en las persecuciones religiosas. En su honor de defender la postura de Jesús como un Mesías, le costó bastante caro. Este costo lo establecieron los judíos, que en absoluto respaldaban la visión de Esteban. El Imperio Romano tomó por el cristianismo como una especie de «movimiento alternativo» que figura en el judaísmo en tiempos de Nerón y su muerte.

En virtud que el cristianismo seguía creciendo a pasos agigantados para el siglo IV, al Imperio Romano se le escapó de las manos la situación. Ellos tenían dos caminos para elegir: aceptar estas primeras comunidades cristianas o cortar de tajo con este pensamiento. Más adelante, Diocleciano intentó el segundo punto pero no obtuvo el éxito esperado, porque Constantino I fue el precursor del primer Imperio Cristiano.

Caridad de las primeras comunidades cristianas

La caridad es un tema que tarde o temprano sale a flote en las tertulias cristianas.  En Hechos de los Apóstoles hay varias muestras de ellos, específicamente en (Hch 2,42-47; 4,32-35). Entonces, la caridad en esas citas son claro ejemplo de la prueba más inquebrantable de amor que entre cristianos pueden profesar. Estos textos, más allá de representar escenas, son un paradigma para que los creyentes tuviesen indicios de caridad.

Si bien es cierto que en esos paisajes se refleja un indicio de caridad, también recurren a escenarios históricos respecto a las persecuciones, conllevando a un estado de frustración en algunos casos para los lectores más vehementes de la religión.

Pese a que la comunidad de Jerusalén es digna de ejemplo, Hechos de los Apóstoles no es capaz de reseñar grandes momentos de caridad recopilados en este pueblo. Existe el riesgo de idealizar por completo a las primeras comunidades cristianas de aquella época, cuando posiblemente la caridad ha tenido otras connotaciones en distintos lugares.

Estas comunidades desde luego no eran perfectas, porque en su momento tuvieron ciertos traspiés que más adelante lo compusieron hasta transformarlos en caridad y virtud.

La vida de las primeras comunidades cristianas no transitó por un camino de rosas, en el cual no se detectaran las pequeñas fracturas que los propios grupos llegaron a experimentar. Si todo hubiese marchado sin ningún contratiempo, tal vez en la historia del cristianismo no existiese ningún mártir o santo que represente un modelo de vida para estas comunidades.

Estas primeras comunidades cristianas por supuesto que aparecen retratadas en los textos más antiguos. Cada uno de ellos fueron objeto de grandes vivencias, milagros y sentir muy de cerca el amor de Jesús y la Palabra de Dios.

Asimismo, otro cúmulo de sentimientos encontrados difíciles de tratar o estar frente a persecuciones, luchas, desilusiones y defendiendo puntos de vista que a otras sectas nunca les parecieron verosímiles. Estos problemas reales y complejos, en cierto modo hicieron resistir a estas comunidades.

Estos momentos pueden permitir que los cristianos más fervientes tengan cierta idealización, pero corresponde trabajar a fondo este contexto ubicado en los libros y vivencias. El impulso que movió a las primeras comunidades cristianas para defender cada testimonio legítimo de Jesús resulta admirable desde todo punto de vista. Cada uno de estos post que relatan las primeras vivencias de estos grupos son extraordinarios que, en la posteridad, muchas personas indagan al respecto de la aceptación del cristianismo en el mundo.

La caridad, en este caso, no nace a través de las buenas experiencias vividas por parte de los cristianos. Las dificultades hicieron que los hombres fuesen caritativos con sus semejantes. El espinoso camino de las persecuciones también permitió que entre hermanos se amaran con más intensidad los unos a los otros. Este apoyo conllevó a enaltecer el cristianismo frente a las terribles fuerzas del judaísmo, que amenazaba con suprimir de tajo este movimiento.

El camino hacia la caridad comienza en el siglo X con los primeros grupos de discípulos. El factor hereditario es importante, porque generaciones anteriores inculcaron con fuerza el acto de fe a Dios. Asimismo, el amor por Dios y a los hombres puede encontrarse en forma explícita en el Antiguo Testamento. Los esfuerzos dolorosos por persuadir y mantener viva la llama de la cristiandad, repulsa del hombre e iniciativa para encaminar todos los sucesos divinos, pueden hallarse en este tramo.

Continuando con el contenido del Antiguo Testamento, hay que hacer hincapié en uno de los mandamientos más importantes, el de amar a Dios por sobre todas las cosas. Este estatuto hace un juego especial con «amarás a tu prójimo como a ti mismo». Por su parte, el término «prójimo» en lengua griega posee un significado que deriva de «plesión». A su vez, este significado se traduce en «rea», queriendo decir hermano.

Desde un aspecto etimológico, prójimo simboliza la necesidad de una persona de asociarse con otra, de hacerse compañía mutua o entre todos. El prójimo puede verse como una familia desde varios ángulos, pero se entiende más a esta comunidad que está ajena a la casa paterna, pero conforman un todo dentro de la aldea. Con el prójimo tiende a crearse lazos, sean efímeros o duraderos.

Esta relación entre el prójimo, de acuerdo al Antiguo Testamento, no es frecuente que lo traten con amor, en el pleno sentido de la palabra. Sin embargo, el amor hacia estas personas es una característica propia de Yahvé. Este elemento sirvió para tratar con hospitalidad a los extranjeros, hasta el punto de alimentarlo y vestirlo. La lectura de este paisaje histórico puede encontrarse en (Dt 10,18).

De acuerdo al párrafo anterior, queda en manifiesto que no puede agradarse a Dios si el prójimo no es recíproco con los hombres. Esta reciprocidad radica en el respeto y el compañerismo, principalmente con los más débiles en acciones o carácter.

En la época veterotestamentaria, el judaísmo a paso lento, pero seguro, fue abriendo las compuertas para referir a un amor fraternal. También se habla respecto al “amor del adversario” bajo el nombre de amor al enemigo gentil. Este tipo de sentimiento es capaz de encausar a las criaturas equivocadas hasta regirse de acuerdo a la ley. Hilel, un rabino pensador, establece que al desnudo hay que vestirlo, al desnudo alimentarlo y al sediento, ofrecer agua abundante.

Todas las personas que ejerzan estas obras de misericordia son consideradas como una comunidad, bajo la gracia de la caridad. En un escrito importante de Yihad de Qumrân podrá distinguirse la idea de comunidad:

«Todos estarán considerados en la misma comunidad, estableciendo una gran humildad hasta despertar una humildad buena. El amor misericordioso y la justicia prevalecerán en ellas». (1QS II,24). «Para los oprimidos también hay que mostrarse de la misma manera». (1QS X,26).

Dicho esto, una comunidad cristiana es aquella que presenta gran misericordia por sus hermanos en desgracia. Sin embargo, en el siglo I existía el problema de incluir a los paganos dentro de esta categoría de comunidades cristianas, inclusive para ser tomados como prójimo, en parte por el individualismo que ellos representaban, dejando a un lado el amor entre los semejantes localizado dentro de los mandamientos.

En cuestiones de caridad, continuaban siendo criticados por la razón de individualidad anteriormente expuesta.

Los judíos de palestina junto a los «gentiles» tuvieron fuertes diferencias y no olvidaron un pasado histórico al cual estaban atados gracias a las persecuciones. Esto condujo a una enemistad que duró por años hasta establecer el primer acercamiento.

Por esto, se hablan de comunidades semi-autónomas, que no aceptaban el ingreso de otro extraño que no congeniara en sus ideales. Gracias a este comportamiento, el Evangelio hace bastante hincapié en perdonar a nuestros hermanos. En este punto, es válido conocer un poco más sobre el Mapa de Palestina en tiempos de Jesús.

De acuerdo al pensamiento teológico, esta medida resultó bastante buena para darse el primer acercamiento entre judíos y paganos. Por otro lado, entra en juego la complejidad de irrespetar los espacios de los demás, al grado de forzar un acercamiento entre los dos grupos hasta que se acepten.

Las enseñanzas de Jesús son precisamente esas: establecer una unión entre el amor a Dios con el prójimo. Cristo fue capaz de entrelazar dos mandamientos hasta convertirlo en uno solo: «Estos dos mandamientos están sostenidos por la ley entera y de los profetas» (Mt 22,40). Para él, los publicanos, pecadores y gentiles se basaban en un mismo grupo, en una comunidad con igualdad de pensamientos y condiciones.

Esa misma fusión de dos comunidades es capaz de abarcar la divinidad y humanidad, así como el amor a Dios y el de todos los hombres. A partir que ese amor se convirtió en uno solo, se ha vuelto inquebrantable con el transcurrir de los siglos. Desde ese instante, es imposible pensar en un amor hacia el prójimo si no se consideran las bondades de Dios, el gran partícipe para que las primeras comunidades cristianas tuvieran su gran valía por el mundo.

Grandes fuentes teológicas se han alimentado con lo mejor de Jesús para explicar todo lo referente a la caridad y al amor sincero por Dios. Para entender un poco más este punto del post, hay que prestar atención a lo dicho respecto al amor hacia los enemigos:

«Yo os digo, amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os ponen trampas”  (Mt 5,44)

Con esta cita queda en manifiesto que a los enemigos no hay que desearles el mal, ni establecer el propio camino de trampas que ellos hacen con cada uno de nosotros. Para aquellos que son capaces de arrojar maldiciones, simplemente hay que duplicar los malos deseos en bendiciones sobre ellos. Más adelante, el propio Jesús establece unas palabras respecto a la violencia:

«Al que te golpee en una mejilla, ofrécele la otra y al que te quite el manto no le niegues la túnica; al que te pide, dale y al que te quite algo, no se lo reclames”  (Lc 6,29).

A través de estas grandes palabras hay que complementar con la cita anterior. No es necesario caer en las provocaciones que generen violencia, sino estar a pie de plomo y no negar nada de lo que se tiene por dar. Por su parte, en el majestuoso libro de Tobías se halla otra exclamativa importante de «No hagas lo que no te gustaría que te hicieran a ti» (4, 15) en lo que Jesús siempre resaltaba a su gran pueblo sobre cómo debían comportarse con todos sus semejantes.

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