Con la oración al Santísimo Sacramento podrá reafirmar la devoción por el cuerpo y la sangre de cristo, equivalentes al pan y vino. Conoce a través de este post cómo demostrar el amor hacia todos los atributos de Dios, con representación del Santísimo Sacramento.
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Oración al Santísimo Sacramento
Con esta pequeña oración al Santísimo expuesto Sacramento del Altar podrá estar en estrecha comunión con Dios. No olvide de realizarla con la mayor fe posible, para que todos los deseos sean concedidos. De igual modo, puede consultar la oración a la Virgen de la Medalla Milagrosa para la salud, en caso de orar por un enfermo.
Padre Santo, hoy acudo a tu sagrada imagen para confesarme como el pecador que soy. Te he faltado, muchas veces, me he cohibido de buscarte en los momentos difíciles. No soy digno de alimentarme de tu pan y comer de tu vino. No soy digno de poseer tu cuerpo y sangre como sello protector. Anhelo, que este voto de comunión no represente un castigo, sino un gran acercamiento hasta los dogmas del Señor.
Que el Santísimo Sacramento sea por siempre un gran escudo en el cual pueda protegerme. Oh cuerpo, oh sangre, en ustedes me refugio contra mis enemigos que pretenden dañarme. No importa que sean visibles e invisibles, porque bajo tu amparo en el Santísimo Sacramento me encuentro.
Gran Sacramento, profeso un profundo respeto hacia el Altísimo y por tanto, deseo mantener total cercanía con cada uno de sus preceptos. Aspiro, con orgullo, escalar el cielo al momento de mi partida, para gozar de la compañía del coro de ángeles, arcángeles y el Espíritu Santo convertido en una paloma blanca que cruza el firmamento.
Eres esa luz verdadera que siempre alumbra mi sendero para hacer el bien. Eres la felicidad perfecta que embarca mi corazón y me hace olvidar de todas las calamidades que me rodean.
Amén.
Adoración al Santísimo
Dios Todopoderoso, el día de hoy te agradezco firmemente porque me has salvado. Reitero mis gracias, porque con tu dolorosa pasión, tuviste misericordia con el mundo entero. Padre mío, gracias por tanta paciencia y devoción hacia mí, que he pecado de diversos modos que de alguna manera ha profanado tu grandioso nombre.
Lo único que te puedo ofrecer a cambio de tantas bendiciones es mis sinceras disculpas, mi debilidad y una aflicción por lo mal que he actuado. Que mi dolor, junto a la gran miseria que alberga mi corazón, sean retribuidos con la gran presencia del Santísimo Sacramento. Gran espíritu de amor, me encuentro al frente de ti, recibiendo una fuente inagotable de ternura y compasión, porque me has mirado con consuelo por lo mal que he procedido en mí accionar.
Deseo renovar todas mis culpas con un acto de contrición, para reconocer ante Dios que he pecado de pensamiento, palabra, obra y omisión. En homenaje siempre espero alabarte con todas las fuerzas de mi ser, hasta ser digno(a) de tu misericordia. Santísimo Sacramento del Altar, en ti confío cada una de mis penas, hasta que las propias sean sanadas para mi bienestar.
Señor Jesús, en esta oportunidad te alabo en oración al Santísimo Sacramento expuesto, para acercarme a tu noble corazón y así disfrutar a tu lado de la inmensidad celestial. Por todas las benditas almas del purgatorio, la Santa Iglesia, ministros laicos y demás personas que hacen vida en el cristianismo o catolicismo, para ellos siempre derrama tus bendiciones.
Permite, oh Cristo, que estas horas en plegaria sean horas de amor y de regocijo, hasta que mi corazón impío siga latiendo con gallardía y hacer obras que agraden a tu vista.
Virgen María, a ti dirijo estas breves palabras para que logres acogerme en tu bendito seno. Deseo ser testigo de tan fabuloso amor que guardas sin recelo en tu corazón inmaculado. Te pido perdón si en alguna etapa de mi vida he olvidado tu sagrado manto y amor de madre.
Acto de fe y adoración
Oh Jesús, con esta oración al Santísimo Sacramento del Altar doy fe que estás aquí, presentado a través de este pan y de este vino. Delante de tan preciados objetos, afirmo mi creencia en la Eucaristía, como en el resto de actos litúrgicos que promueve la Santa Iglesia. Redentor y Rey de los Cielos, sin duda alguna sé que existes y velas por el bienestar de todos tus fieles devotos.
Grande eres Jesús, por ser el pequeño bebé perdido en el Templo, el gran responsable de la felicidad y dicha de María, al ejercer su maternidad arrullándote. Eres el Jesús de Nazaret, el mismo que padeció en la Cruz para el perdón de nuestras faltas. Gran maestro, que nos has dejado un libro sagrado con todas tus enseñanzas, para que los misioneros repartan tu doctrina a cada uno de tus hijos. Siempre bondadoso, siempre misericordioso, que presta atención a esta oración al Santísimo.
Eres mi Jesús, el mismo que derramó su sangre en el Huerto del Getsemaní, frente a miles de burlas y dolor. En medio de una madre desconsolada, que vio morir a su hijo al exclamar hasta 7 palabras con su último aliento.
Aquella flagelación, el preámbulo en la corona de espinas y las humillaciones, son muestras de un amor sincero que Jesús sintió por el prójimo; no importa las veces que fuese ofendido por los hombres. Eres grande, porque has agonizado por mí, sufrido de mil dolores y sin embargo, entregaste tu alma para el perdón de los pecados.
Jesús mío, ahora estás aquí, presente en la hostia consagrada y en aquel vino rojo, el vino que representa tu sangre derramada en el madero. Eres un corazón que aprendió a amar con ternura, pasión y fervor a todos. Amor filial, amor infinito, por siempre serás un hombre bendito.
¡Qué dulce es Dios! que siempre ha sido una luz al final del camino para muchos que han dejado de creer en su existencia. Nobles por siempre serán los ángeles, que colman el paisaje celestial con sus hermosos cantos y poderosos escudos. Mi profunda admiración conforme transcurren los días va creciendo hasta convertir mis pecados en dones que satisfagan a Dios y a los hombres.
Te adoro, Padre Celestial, hasta llegar a confundir el amor con mi devoción. Ambos sentimientos están entrecruzados, pero al final de cuentas es el mismo amor, el mismo respeto, la misma sensación. Santísimo Sacramento, deposito esta honorable plegaria para enaltecer la fe y adorar este majestuoso sagrario. Te adoro, porque en ti he encontrado ese manantial de paz que me ha hecho falta. Siempre te adoro, porque me has enseñado a ser justo y honrado mediante la conversión.
Eres mi Dios y creador; por eso te amo. Ejemplificas el sinónimo de belleza por todos los dones, creaciones y sensaciones que alimentan mi corazón. Te doy las gracias con las manos llenas de tus bendiciones, porque me has transformado en un hombre nuevo, renovado y con el firme propósito de jamás fallar o negar tu nombre, de la misma manera que lo hiciese Judas por unas cuantas monedas.
Tu corazón es aquel tesoro que jamás se agotará, porque tu amor es inagotable, casi o igual que un río desbordante que no consigue cause ni retorno.
Gracias Padre, porque gracias al temor de Dios que has enseñado, los hombres practican el bien y se olvidan de causar daño. Gracias, por permitir que gran parte de ellos sigan tu camino de sacrificios y amor. Agradezco que seas la morada, mi refugio a cual recurrir cuando presento problemas. Por ese corazón noble, lleno de sutileza y misericordia, para que jamás olvide todos los favores recibidos.
Te amo Jesús y todo un pueblo te aclama. Te amo Jesús, porque todos queremos ser como tú.
- En el misterio sublime de la naturaleza, por la importancia de la Santísima Trinidad en los devotos. R.
- En la armonía en cada una de tus perfecciones, que son imposibles de contar. R.
- Por la riqueza de todo lo creado, la importancia del universo y los seres vivientes. R.
- Por la sapiencia con la que has gobernado todas las cosas en el plano terrenal. R.
- En la bondad indescriptible de designar a todos mis hermanos como Hijos de Dios. R.
- En pleno sentido de la fe sobre la encarnación. R.
- Por tu dolorosa pasión. R.
- Por tu gloriosa resurrección y llegada al cielo para estar sentado a la derecha del Padre. R.
- En tu gran corazón que solo cabe la nobleza y el amor. R.
- En tu maravilloso corazón, que siempre late de amor por tus hermanos. R.
- Tu divino corazón, capaz de perdonar a quienes te ofendieron hasta rebajar su penitencia. R.
- Por el sacerdocio en aquellos hombres que desean mantener con firmeza los dogmas de Dios. R.
- La iglesia, que se ha encargado de preservar con júbilo tu divina gracia. R.
- En María, por ser madre santísima, concebida sin pecado original. R.
- Por la generosidad del Padre, que ha sabido transmitir sus dones a todos sus hijos. R.
- Por la gloria infinita de Dios, que ha sabido escoger a cada uno de sus hijos. R.
Señor, que me has extendido por siempre la fabulosa invitación para asistir a la Santa Misa todos los domingos para encontrarme contigo. En honor de tu gloria, siempre ha nacido en mí el deseo de adorarte, a ti, a la virgen María, honesta y sencilla hasta al gran San José.
Por ese amor que todos ustedes han cultivado en mi corazón, hasta conducirme a predicar el bien y ayudar a todos los necesitados en lo que haga falta. Por ello, reconozco la existencia del Santísimo Sacramento, gran poder de Dios sobre todas las cosas, convertido en pan y vino, en cuerpo y sangre.
Tú, por darme la vida y permitirme vivirla día tras día, huyendo del pecado y la maldad. El demonio ha querido tentarme, pero el sacramento ha hablado por mí hasta suprimirlo. Por tu gracia, mi vida ha sido más plena y dichosa, contando con el apoyo de Dios, sus ángeles, el sagrado manto de María y los brazos de San José.
Gracias, gracias, porque en ustedes me refugiaré hasta la eternidad. Por eso, analizo en cada uno de tus sagrados dones que has ofrecido sin nada a cambio, solo actuar en pro de tu voluntad:
- La Iglesia, que ha estado presente en mi vida como una maestra para la conversión de los pecados.
- Los sacerdotes, que han ofrecido en eucaristía del cuerpo y sangre de Jesús como muestra de la comunión perfecta ante Dios.
- La eucaristía como un proceso de consuelo y paz, a través del alimento consagrado en pan y vino.
- La virgen, por ser mi madre suprema, abogada de mis pecados y consoladora de todos los tristes.
- El paraíso, aquel plano que pretendo alcanzar una vez haya culminado con mi misión en la tierra.
Con esta oración al santísimo no solo quiero dar gracias por todos los favores recibidos, sino además por las grandes contribuciones a la iglesia. Por todas las bendiciones de María Santísima sobre todas las madres del mundo y por aquellas que no han contado con ese privilegio, pero que anhelan concebir pese a las dificultades. Te doy gracias por esa madre, que tiene mil atributos que ofrecer y por ello me inclino hasta sus vestiduras rogando por su protección. Te repito varias veces «te amo».
- A ti, que eres el ejemplo perfecto de lo que es el amor infinito. R.
- A ti, que me has salvado del pecado y demostrado un profundo amor. R.
- Por ti, que siempre me has ordenado amarte por sobre todas las cosas. R.
- Con todo mi ser. R.
- Con todo mi amor. R.
- Por las grandes fuerzas que hay en mi corazón. R.
- Por encima de los bienes materiales. R.
- Más que a mí mismo y todo lo que me rodea en la actualidad. R.
- Más que a mis padres, incluyendo a mis círculos de amistades. R.
- Por encima de todo lo creado, tanto en la tierra como en el cielo. R.
- Solamente porque tu nombre inspira amor. R.
- Porque siempre serás perfecto. R.
- Porque siempre contarás con el apoyo de tus hermanos. R.
- Aunque no me prometiste el paraíso en primera instancia. R.
- Aunque jamás me has amenazado abiertamente con descender al infierno. R.
- Porque estás en mis momentos buenos y malos. R.
- Porque me apoyas en la abundancia y austeridad. R.
- Eres mi complemento cuando estoy en soledad y compañía. R.
- En la vida y en la muerte. R.
- En la salud y en la enfermedad. R.
- Unido en amor con María la virgen, por ser honesta y sencilla. R.
- Porque sabemos que nos amas. R.
Dios clemente, tú que no te has detenido a mirar cada una de mis culpas, porque siempre sostienes mi mano cuando estoy al borde del abismo. Enciende en mi por siempre la llama viva del amor, para querer y tolerar los errores de todos mis semejantes, tal como lo indica una de las obras de misericordia espirituales.
Llévame contigo al cielo, para clamar en alta voz que eres el Dios verdadero, quien aceptó al Mesías como su unigénito Hijo. Grande es el Altísimo, porque nos has perdonado.
Señor Jesús, eres nuestro gran reparador de todas las fallas. Deseo que estés presente en cada uno de los hogares. A través de esta oración al Santísimo pido que todos te levanten un pequeño altar, para que seas el centinela de tan hermosas fortalezas conocidas como el hogar.
Dios bendito, haz que reine el amor entre las familias y separa las peleas, odios, resentimientos y envidias entre los propios miembros. Quita la venda de los ojos, para que no sean ciegos frente a las tentaciones. Ilumínalos, oh Jesús.
A través de este cáliz, siempre recordaré todos los momentos dolorosos de la dulce virgen María, quien fue testigo presencial de la muerte de su hijo. Oh piadosa mujer bendita, mi corazón sufre del mismo modo que el tuyo al ver la sangre en el madero, burbujeante en el cuerpo del Mesías.
Me arrepiento si en algún episodio de mi vida no he sabido corresponder todo ese amor brindado. Humillado a tus pies, invoco esta oración al santísimo para solicitar el perdón por cada uno de estos pecados:
- Por no usar correctamente todos los atributos o talentos que me diste en vida. Por la soberbia adquirida una vez presentados estos dones a otras personas. Perdón por mirar muchas veces a mis semejantes por encima del hombro. R.
- Por ser desobediente con mi personal de trabajo, por no acatar órdenes y respetar las opiniones de los otros. Por no saber aceptar los consejos de mis padres, que siempre desean lo mejor en mi porvenir. Oh Jesús, recuerdo tu mandato de honrar tanto a padre como a madre y me siento pecador(a). R. De igual manera, puede consultar la oración por las buenas decisiones de los hijos, muy efectiva para solicitar protección hacia ellos.
- Al no acatar con diligencia la importancia del Santísimo Sacramento, ni de los propios mandamientos. R.
- Por aquellas buenas acciones que pude hacer en el pasado y por algún motivo no llegué a concretarlas. R.
- Porque permití que otros sentimientos negativos tuvieran un mayor peso en la balanza: orgullo, soberbia, individualismo, egoísmo, entre otros. R.
- Porque no di de beber al sediento, ni comer al hambriento. Por no poner en práctica las obras de caridad ni las obras de misericordia. R.
- Por la indiferencia mostrada a distintas problemáticas que afectan al mundo, Por el poco amor demostrado hacia los dones que me has otorgado. R.
- Si en mi corazón no ha habido la fe necesaria para creer en ti, perdóname. R.
- Por mis momentos de rebeldía y malos ratos que he hecho pasar a toda mi familia y amistades. R.
A veces me siento inseguro(a). A veces me confunde tu sagrada imagen, pero lo que es indiscutible es este inmenso amor que siento hacia tu sagrada imagen, cada don y por el Santísimo Sacramento del Altar. Una vez más me arrodillo, pero esta vez para despedir este grandioso acto de fe hacia el Santísimo.
Consagro estas imágenes hasta hacerlas parte de mi porvenir diario. Divino redentor, reconozco que no soy digno de poseer todos tus dones, pero con esta oración al Santísimo demuestro fiel arrepentimiento hasta escalar al cielo junto a ti.
Amén.
Salmo 51
Sigue muy de cerca la lectura del Salmo 51 que lleva por nombre «Miserere», además puede acudir a los versículos o citas bíblicas para confesar los pecados.
Oh Dios, de acuerdo al gran amor que has profesado sobre mí, ten piedad de todos mis pecados, por cada falla u ofensa que a tu nombre he cometido. Lava muy a fondo cada uno de mis errores, hasta que sean convertidos en bendiciones. Contra ti yo he pecado y me pesa de todo corazón porque me has amado. Reconozco que soy un pecador, ante ti, mi Altísimo, que eres mi confesor.
Tú aparentas justicia cuando hablas y cuando callas, por eso estacionas la mirada sobre mí, esperando mi arrepentimiento. Con la culpa ya nací, desde que concebí en el vientre de mi madre, por llevar la mancha de pecado original.
Gran bautismo sagrado, en las aguas benditas he rebosado, hasta remover la culpa original y recibir los elementos del crismal. Tú amas hasta lo más íntimo de mí ser y tu corazón sufre cuando yo he de padecer. Rocíame con tu hisopo para ser limpio, sin pecado, ni temor para no cometer delito.
Devuelve el gozo y alegría durante mis noches, que han estado frías, esperanzado(a) en dilucidar la luz divina, la misma que me conduzca hacia la paz y la vida. Manifiesta en mí, oh piadoso, un noble corazón que acepte a Dios en primer lugar, como un todo, el padre de todo lo creado, el Dios del universo. Que mi espíritu esté en permanente renovación, hasta alcanzar el pleno sentido de la redención. Tu rostro por siempre quiero ver, mañana, tarde y anochecer.
Vuelve la alegría, esa que ofreces por tu salvación, porque tu espíritu generoso me ha de conocer el mejor de los caminos. Con tu sangre, tu poderosa sangre, acerca la salvación y aleja el pecado. Dios del universo, que has tomado el pan y bebido de este vino, acerca estos elementos en la eucaristía para recibirte dignamente, sin pecado y con muchos remordimientos qué sanar.
Abre, Señor, mis labios. Haz que en él entre el sorbo del vino, para recordar tu sangre derramada en sacrificio. Oh Padre Creador, que la justicia en todo momento esté de mi lado, para aniquilar la amenaza de todos mis enemigos. Poderosa sangre, gran pan sacramentado, en ustedes me refugio porque son mi sello de bienestar y fe en Dios. El regocijo al tenerlos en mis labios me hace constatar el profundo amor que tengo por todos los dogmas.
Favorece a todos tus hijos en bienaventuranza, para que puedan gozar de la templanza, aquella que has infundado para tomar decisiones correctas. Oh Santísimo Sacramento del Altar, en ti confío. Verdadero Santísimo Sacramento del Altar, en ti me amparo.
El verdadero sacrificio ante Dios es poseer un corazón contrito, sin mancha de pecado, con absoluto arrepentimiento de todos los males que se han causado. Padre Celestial, a tu lado el cielo quiero alcanzar. No quiero desfallecer, porque en tus brazos me he de favorecer. Entonces, que todos los justos reciban lo que se merece: sea el cielo o el infierno en su justa medida. Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar, mi madre que fue concebida sin pecado original.
Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio y siempre por los siglos de los siglos.
Amén.
Haciendo un breve paréntesis, no puede dejar de consultar la oración de San Ignacio de Loyola, tomado como un alma de Cristo.
Ahora con este Salmo 51 estoy convencido que he sido recibido con júbilo en el Reino de los Cielos, al aceptar con decoro la importancia a la oración al Santísimo y todo lo que ello conlleva. Jesús me ha perdonado y olvidado cada una de mis negligencias, aquellas que en reiteradas oportunidades me hicieron desistir de sus bendiciones, hasta dejar vanas las opciones de contemplarlo.
Cada noche y antes de acostarme pienso con mucha frecuencia en todos los pecados cometidos desde el pasado hasta el ahora. Sexualidad, codicia, soberbia, egoísmo, resentimiento y vanidad son los más frecuentes con el que he ofendido a un Dios tan bueno y misericordioso. Te he pagado mal, Altísimo y no hallo modo o explicación para remediar mis fallas, más que con apoyo del Santísimo Sacramento.
Por esos mismos pecados, que te hicieron fallecer en el Huerto del Getsemaní que me perdones de corazón e infinitamente. Soy un pecador que mora en este mundo exclamando una oportunidad, un vuelo al cielo que cada día parece imposible. Yo, que con recelo me he guardado los buenos atributos otorgados para ayudar al prójimo, ahora me hacen falta para complacer al eterno que me mira con compasión desde el cielo.
Oh Jesús, que mi sufrimiento sea igual o equiparable al de los flagelos, la corona de espinas y la humillación en público que Cristo padeció desde su destino hasta el huerto de los olivos. Haz que dilucide su corazón herido, sus carnes lastimadas, su sangre que brota por todo el material de fabricación en la Santa Cruz.
Dios Todopoderoso, haz que padezca el mismo dolor que María concebida sin pecado original, al sentir un gran vacío por la pérdida de su hijo, concebido por el Espíritu Santo.
Recuerda, agradable Jesús, que todas las penas en el mundo a medida que se convierten en bendiciones, serán grandes atributos para ti. Deseo escalar al cielo para estar junto al Dios del universo, hasta observar la plenitud de la vida cómo se difumina por todo el paraíso junto a los ángeles y arcángeles que, con gran gallardía, protegen a todos sus fieles devotos.
Oh Jesús, acerca hasta todos tus hijos el maravilloso valor del perdón, para que hagan a un lado las diferencias personales y caso omiso si alguna vez les ofendieron.
Amén.
Letanías para el Sagrado Corazón de Jesús
Generalmente, de acuerdo a la oración al Santísimo, estas letanías están ubicadas en un orden específico, siguiendo luego de la lectura al Salmo 51.
V: orador.
R: Resto del público que acompaña a esta plegaria interesante.
- V: Cristo, ten piedad de nosotros.
- R: Señor, ten piedad de nosotros.
- V: Cristo, ten piedad de nosotros.
- R: Cristo, ten piedad de nosotros.
- V: Señor, ten piedad de nosotros.
- V: Cristo, óyenos
- R: Cristo, escúchanos.
- V: Dios por ser un ente verdadero.
- R: Ten piedad de nosotros.
- V: Jesús, por ser el Mesías y el Redentor de todo el mundo.
- R: Ten piedad de nosotros.
A partir de las letanías siguientes, el público responderá: Ten piedad de nosotros (R).
- Corazón de Jesús, que permaneces bajo el seno del eterno Padre. R.
- Alma de Jesús, que fue liberada por Dios para conciliarse con María Santísima. R.
- Corazón de Jesús, que estás permanentemente unido con el verbo divino que Dios te enseñó. R.
- Alma de Jesús, por ser una majestad infinita, capaz de no medirse frente al conocimiento finito. R.
- Corazón de Jesús, que ahora simbolizas el templo de Dios. R.
- Alma de Jesús, eres nuestras puertas del cielo y gran refugio. R.
- Corazón de Jesús, por representar esa fabulosa hoguera que emana caridad. R.
- Alma de Jesús, por estar colmada de dulzura y amor. R.
- Corazón de Jesús, hoguera ardiente de caridad y buenas acciones. R.
- Alma de Jesús, eres el asilo para el amor y exponente de la justicia. R.
- Corazón de Jesús, estás lleno de bondad y amor. R.
- Alma de Jesús, por ser digno de todas las alabanzas en la iglesia. R.
- Corazón de Jesús, equivalente a sabiduría y ciencia. R.
- Alma de Jesús, por ser el centro de todos los corazones bondadosos. R.
- Corazón de Jesús, eres la morada en que habita toda la virtud. R.
- Alma de Jesús, cuyo padre te sirvió para hallar todos sus dones. R.
- Corazón de Jesús, por ser el máximo tesoro oculto que todos deseamos observar. R.
- Alma de Jesús, que eres todas las bendiciones concentradas que hemos recibido. R.
- Corazón de Jesús, afligido por cada uno de nuestros delitos. R.
- Alma de Jesús, te quiero obedecer hasta el final de mis días. R.
- Corazón de Jesús, te alabamos desde el momento de resurrección. R.
- Alma de Jesús, vida y resurrección nuestra. R.
- Corazón de Jesús, eres propicio para subsanar todos los pecados. R.
- Alma de Jesús, paz y resurrección nuestra. R.
- Corazón de Jesús, traspasado por una lanza en el madero ensangrentado. R.
- Alma de Jesús, fuente de vida eterna. R.
- Corazón de Jesús, víctima de todos los hombres que cometieron pecado. R.
- Alma de Jesús, quienes desean salvación por ti esperan. R.
- Corazón de Jesús, delicia de todos los santos. R.
- Alma de Jesús, consuelo de los afligidos. R.
- Corazón de Jesús, refugio de los pecadores. R.
La etapa final de las letanías que componen la oración al santísimo está compuesta de la siguiente manera:
- V: Cordero de Dios, que siempre quitas el pecado del mundo.
- R: Te rogamos óyenos
- V: Cordero de Dios, que siempre quitas el pecado del mundo.
- R: Te rogamos óyenos.
- V: Jesús, por ser un hombre de gran corazón
- R: Haz nuestro semejante al tuyo.
- V: Sagrado corazón de Jesús, en ti confío.
- R: Sagrado corazón de Jesús, salva todas las almas, en especial el alma mía.
Súplica
Antes de partir de esta morada y dejar atrás el gran Sagrario, quiero reconocer todas y cada una de las bendiciones concedidas por el misericordioso. Cristo bondadoso, no cabe duda que me he quedado corto con cada uno de los favores a conceder y me siento satisfecho(a) como si lo he pedido todo y me has obsequiado para seguir transitando por el camino digno de la cristiandad.
Tu deseo divino es que tome de este cáliz y coma de este pan, para ser parte de ese sagrario que me mantendrá resguardado(a) de todo mal y peligro reinante.
Hoy soy el portavoz de mis hermanos, que no tienen ganas, deseos o aliento de suplicar por su perdón gracias a los errores cometidos de por vida.
Eres amor infinito y por ello constantemente hago votos para pertenecer al Reino infinito, al paisaje celestial, a la máxima corte en la que juzgas a vivos y muertos de su buen o mal proceder. Tu segundo deseo es ser servido con gran diligencia y altura.
Por esta ocasión pedimos intercesión para que ayudes a todos los sacerdotes, párrocos, obispos, arzobispos y al Sumo Pontífice, para que sepa defender los intereses de su esposa, la Santa Iglesia, hasta que permanezca abierta por todo el tiempo que le sea posible, para recibir a las almas en pena en búsqueda de consolación.
Por todos los sacerdotes del mundo, con el fin que cumplan el rol de obreros activos para amparar a todos los necesitados. Si necesitan de un consejo; que sean apoyados. Si requieren de un servicio; que sean auxiliados en nombre del Padre. Jesús eterno, por cada ofensa, una penitencia hacia mi, hasta aprender que el amor de Dios es tan sincero como el que siente María por Nuestro Señor Jesucristo, emperador y acompañante de Dios en el cielo.
Haz que cada párroco sea un fiel emisario que sepa transmitir con coherencia el mensaje de tu amor. Haz de ellos personas evangelizadoras que repartan el verbo divino por todas las habitaciones; desde grandes urbes hasta las zonas más recónditas. Aclamo esta oración al santísimo, escucha esta oración al santísimo, bendice esta oración al santísimo, para reafirmar la presencia de cuerpo y sangre, sangre y cuerpo de un unigénito hijo de Dios.
Gracias a estos ministros siempre he predicado a través del bien, por sus sutiles consejos, por su agradable sapiencia. Sostenlos en batalla, para que no olviden la importancia de su sotana. Acógelos en momentos de soledad, porque antes de recibirse fueron hombres del común. Ayuda a enaltecer el servicio por el cual están allí, para brindar querencia y protección a los más desvalidos.
Como un rito para apoyar todas las actividades veniales de los sacerdotes, todos deberán contestar con mucha fe y amor: Danos sacerdotes santos (R).
- Señor, porque necesitamos que la fe en Dios continúe creciendo. R.
- Señor, por ellos que son pilares fundamentales en las actividades de la iglesia. R.
- Todopoderoso, porque ellos reparten tu palabra sin oponerse o cuestionar tus doctrinas. R.
- Todopoderoso, porque son agentes capacitados de limpiar el pecado y mancha original. R.
- Señor, porque con su ayuda pueden eliminar las sectas y grupos con falsos testimonios. R.
- Señor, porque cuentan con el poder de aminorar la condena de las almas. R.
- Todopoderoso, porque invitan a todo un pueblo a asistir en regocijo a tu lado. R.
- Todopoderoso, porque los sacerdotes iluminan al mundo con sus palabras de consuelo y llenas de positivismo. R.
- Señor, para que amen al Espíritu Santo como parte de la Santísima Trinidad. R.
- Señor, para que enseñen en buenos modos todos los tesoros ocultos que hay en tu corazón. R.
Señor Jesús, me acerco hasta tus vastas vestiduras para pedir de la forma más humilde posible por la verdadera vocación sacerdotal, por no ser una cuestión de juego. Concede la virtud de la seguridad en todos los seminaristas que están dispuestos a dar el siguiente paso: abrazar de cerca al Altísimo desde el plano terrenal. Quita todo despojo o nubarrones de dudas que pongan en dicotomía el deseo de seguir a Dios o continuar con su vida de hombre.
Gracias a esta disposición, oh amado padre, conseguiremos grandes sacerdotes que sepan transmitir todos los códigos de las Sagradas Escrituras. Que su arduo trabajo eucarístico sea reconocido por toda una comunidad, hasta ganarse el respeto bien merecido de todos.
Amén.
Bendito sea Dios
Con esta oracion al santisimo sacramento del altar bendito sea Dios. Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar. Es la prueba máxima de todas las riquezas heredadas por Dios en la tierra. Del propio Jesús, cuya pasión y muerte ha arrastrado una gran oleada de fieles devotos que están sometidos a las grandes bendiciones manifestadas con este pan y con este vino.
Bendito sea Dios, porque existe aunque no lo podemos palpar; porque nos escucha, aunque no lo podemos abrazar. Nos abraza y si lo podemos sentir, como una llamarada viva directo al corazón; un golpe de alegría que se apodera de nuestro ser.
Bendito sea Dios, por brindarme en vida a los padres que me tocó. Bendícelos por siempre, por saber guiarme hacia el camino del bien. Confieso ante el Altísimo que he pecado en ocasiones contra ellos, al no obedecer sus órdenes o no seguir al pie de la letra sus consejos.
Si bien he pecado, recuerdo con júbilo del gran sacrifico que Cristo nos enseñó clavado en la Cruz. Con una buena confesión vuelvo a ganar dignidad frente a tu mirada delicada y misericordiosa. Al recibir la eucaristía consagrada soy un hombre nuevo.
A través de este pan y por la fuerza de este vino pido gran protección para mis padres, para que vivan sus últimos años en felicidad y armonía.
Amén.
Bendito sea Dios por cada uno de los éxitos que he cultivado. Nunca he pensado de manera individualista, ni embargar mi corazón con el más oscuro orgullo y envidia. Oh Señor, perdona a todos los codiciosos o avaros que solo velan por sus intereses, sin compartir sus alegrías o penas con los semejantes. Líbralos de ese pecado, para que sean sujetos más atentos y receptivos para el amor que Cristo ofrece mediante este cáliz y en este pan, que son santos, sagrados e inquebrantables.
Bendito sea Dios por el éxito obtenido en el trabajo o negocio, fruto del esfuerzo diario que he elaborado para sacar este rol adelante. Gracias, Altísimo creador, por todos estos favores multiplicados en abundancia, luego de hacer votos de conversión por todos mis pecados hasta transformarlos en virtudes que han levantado tu mirada hacia mi persona.
Con esta oración al Santísimo solicito de tu ayuda para ofrecer valentía en caso de sobrellevar carencias, baches económicos, explotación o envidia laboral.
A través de esta oración al Santísimo realizo una profunda acción de gracias por la buena racha económica y financiera, para aportar a mi hogar y colaborar a quienes me necesitan. Elevo esta oración al Santísimo para exclamar ¡Bendito sea Dios! Porque eres real y verdadero.
Bendito sea Dios, porque gracias a sus preceptos he cumplido cabalmente con todas las obras de misericordia corporales y espirituales. Bendito sea por siempre, por otorgarme este día en particular para levantar mi voz en oración al Santísimo con profundo afecto y devoción.
Cuerpo y sangre de Cristo, a ti agradezco la firmeza de mi carácter para tomar decisiones correctas en pro de mi beneficio y el de mi gente cercana. Divino redentor, en este día en particular me encuentro absuelto(a) de todos mis pecados y puedo orar sin ninguna mancha.
Alabado sea Dios, porque ha sido testigo de cómo rezo sin cesar de la oración al Santísimo, porque en ella me regocijo y encuentro esa paz que a veces siento pérdida. Acá me encuentro, renovando mis promesas de venerarte por siempre. Alabado sea Jesús, por ser el hombre celestial que gran parte del mundo adora por todos los dones ofrecidos a los hombres. Ante ti me despido, porque siempre eres y serás Bendito, Dios Todopoderoso.
Oración al santísimo para niños
Los pequeños del hogar son inocentes de todo pecado, aunque el deber de los padres es establecer el bautismo lo más pronto posible para que las manos malévolas del demonio no interceda en su crecer.
Padre Celestial, tú que has albergado a un sin fin de ángeles en el cielo, que están contigo en el trono para vigilar los intereses de tus hermanos. En esta oportunidad solicito de máxima protección a los niños de todo el mundo, para quienes habitan en el hogar o se encuentran en situación de calle. Por los huérfanos, para que crezcan felices en medio de risas y golosinas. Por los recién nacidos, que pronto recibirán las promesas bautismales hasta acreditarse como hijos de Dios. Así sea.
Amén.
Oración conclusiva
Jesús Divino sacrificado, ante ti me encuentro para despedirme luego de predicar el mayor acto de fe y devoción con la oración al Santísimo Sacramento del Altar. De ese Sagrado Corazón todos estamos fascinados. De ese corazón sagrado hemos aprendido lo mejor de ti hasta cumplir con cada uno de tus mandatos al pie de la letra. Con ese Sagrado Corazón has derramado amor por doquier, has conquistado a un mundo entero e incluso, a quienes no creen en ti.
Grandiosa es esta oración al Santísimo, que ha abierto el camino para los fieles adorar el sagrario con humildad y gracia. Por el torrente, el mismo que ha inundado todos los corazones, a eso doy las gracias, porque los buenos cada vez somos más. Espero lo mismo para quienes desean arrepentirse honestamente. Nunca es tarde para cambiar el rumbo.
Vives en mis pensamientos, como ese ser inigualable que enaltece las religiones por tu dolorosa pasión. Perdona las injurias de mis enemigos, porque «ellos no saben lo que hacen» así como lo exclamaste segundos antes de padecer en la cruz. Protégeme de todo mal y peligro, porque en la oración al santísimo me siento en amparo y sin temor a nada.
Oh Jesús, anhelo siempre responder en positivo para cada uno de tus llamados para hacer obras de misericordia. Socorre al hambriento, al sediento, a los enfermos, al que no sabe, al temeroso y a todos los humanos que atraviesan problemas emocionales.
Gran Jesús, no es necesario que pida otro favor para mí que no sea el Reino de los Cielos, para lograr compadecer ante ti y rendir cuentas de lo bueno o malo que hice en vida, hasta sentir el contacto con tus santas vestiduras. Tú conoces cada una de mis necesidades y sugieres lo mejor para mí.
No obstante, lo mejor que puedo disponer es de tu sagrada presencia para contar con la luz divina que para toda una vida me va a acompañar, hasta alumbrar el sendero más oscuro que por temor no he recorrido.
Proclamo mi alma ante Dios, porque es mi salvador, el elemento más verdadero que conozco en mi vida cristiana. Que las leyes cristianas y el poder de los santos sea transmitido de generación en generación, cuando más haga falta de las promesas de fe. Gracias Padre, por prestar atención de esta oración al Santísimo Sacramento, genuina y verdadera, de todo corazón que me ha nacido elaborar.
Amén.












