En el presente artículo podrás descubrir cuáles son los frutos del Espíritu Santo que tanto mencionan en la biblia y que son relevantes en su aplicación. Aprender de ellos será de gran utilidad para ser un mejor cristiano.
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Dones y frutos del Espíritu Santo
Son aspectos de perfección que el mismo Espíritu Santo inculca en nuestros corazones para obtener la gracia plena de Dios si las buenas obras van acompañadas de tales frutos. La iglesia católica enumera doce de estos atributos que todos los cristianos tendrán para ser grandes siervos de Dios. Del mismo modo, puedes indagar mucho más sobre los 7 dones del Espíritu Santo que hacen a grandes personas.
¿Cuáles son los 12 frutos del espíritu santo?
- Amor o caridad.
- Gozo.
- Paz.
- Paciencia.
- Longanimidad.
- Bondad.
- Benignidad.
- Modestia.
- Mansedumbre.
- Continencia.
- Castidad.
- Fidelidad.
Cada uno de estos frutos son fecundados por el Espíritu Santo para que las personas gocen en cada una de esas virtudes hasta ser un cristiano de gran valor para el mundo entero. Ellos entran en vigencia siempre y cuando los 7 dones ya estén cumplidos por parte de este elemento de la Santísima Trinidad. Para una lectura más profunda sobre este tópico, es indispensable consultar a (Galatás 2, 22-23).
Los frutos del Espíritu Santo para niños comienzan a partir del sacramento del bautismo, aunque posteriormente éstos deben reafirmarse con ayuda de la confirmación.
Es bueno hacer una analogía del cristiano con un árbol, porque mientras más va madurando, serán visibles todos los frutos que éste genera. Desde luego, estos no pretenden ser agrios e insoportables, sino dulces para predicar con ellos durante toda la vida.
El mejor ejemplo de grandes próceres que cumplen con estos frutos son cada uno de los santos desplegados por todo el mundo. Lo mismo ocurre con cada advocación mariana, que otorgan estos frutos a la gente a través de los milagros para que jamás pierdan su fe. Ahora bien, es oportuno destacar que cada uno de estos dones no tienen semejanza respecto a los valores humanos para hacer mejorar una sociedad. Dicho esto, es momento de conocer los frutos del Espíritu Santo por separado.
Amor
Quien es capaz de amar, tiende a ver a Cristo en su vida en todas sus manifestaciones. De cultivar amor en el corazón, no habrán sucesos sobrenaturales, ni odio que destruya la fe o creencia en todas las obras de Dios. Es el verdadero mérito para aspirar a la vida eterna y por consiguiente, al paraíso prometido donde estarán quienes hayan obrado bien en vida.
Gozo
También conocido como alegría. Es uno de los frutos que desprenden del amor, ese sentimiento universal que todos los hermanos cristianos deben sentir mutuamente. El gozo puede expresarse de múltiples formas, como la satisfacción por oler una rosa perfumada, detallar el amanecer desde la ventana o disfrutar del calor proporcionado por el fuego. Este fruto prevalece a pesar de las adversidades que un sujeto experimenta; tratándose de un optimismo puro y descomplicado.
La comunión con Dios es vital para que una persona goce con aspectos simples de la vida. Es uno de esos frutos que se hacen fuertes con el paso del tiempo o las pruebas difíciles que el Altísimo pone para salir adelante. Asimismo, puede hacer una oración al Espíritu Santo para una petición de sanidad.
Si una persona goza en sí misma, es capaz de transmitir este amor a los demás para que también sean felices y perciban el amor infinito que Dios tiene para cada uno de nosotros.
Pasando a otro punto de carácter etimológico, gozo proviene de la palabra «jara» que significa alegría o gozo. Estar en regocijo, lleno de gozo, feliz, son parte de cada una de las acepciones para esta palabra que engloba sentimientos positivos que al compartir con otros, se hace más fuerte.
Es una alegría permanente que da fe sobre la existencia de Dios y todos los atributos reunidos en Cristo. El individuo que experimenta tal fruto estará en la mejor disposición de compartir cada una de sus alegrías con el prójimo. Mantiene una gran seguridad que Padre e Hijo están conectados espiritualmente, como precursores que otorgan la vida eterna para quienes valoran tal amor y profesan con el mismo haciendo el bien.
El Antiguo Testamento refleja que en tiempos anteriores a Cristo existían las famosas fiestas o tumultos entre amigos, entre ellos el Salterío Hebreo, reconocido en aquellos tiempos mediante la lectura de (Sal.16:8) (Sal 42:4).
Pero el Nuevo Testamento, la primera gran manifestación para el gozo es el nacimiento de Jesús en el Portal de Belén bajo un humilde pesebre. Su muerte y posterior entrada a la resurrección es otro hecho histórico que inundó de emoción a todos sus fieles. (Lc.2:10- Mr.11:9).
Al descubrir la voluntad de Dios, este gozo es más inclusivo, es decir, repitiendo con otros párrafos, hace que el resto de la humanidad esté feliz y en regozo con las bondades del Padre. El sacrificio para Cristo o mantener un encuentro espiritual con él, da fe que el gozo es uno de los frutos del Espíritu Santo con mayor amplitud que puede existir, sin desplazar los otros que estarán por conocerse a lo largo de este artículo.
Cristo es una gran referencia o fuente de gozo con el cual todos sus devotos consiguen la felicidad que necesitan y la plegaria es su mejor arma.
La Iglesia Católica valora mucho el gozo dentro de sus ceremoniales, al momento en que el sacerdote otorga la eucaristía, hasta el instante en que Jesús tomó pan y vino para representarlos como su cuerpo y sangre.
El hecho de comer el pan y probar el vino es una gran sensación de bienestar y comunión con la eucaristía que tanto defendió Cristo en vida. Otro motivo para aclamar en gozo es mediante la persecución que vivieron algunos cristianos en Antioquia, aunque ellos caminaron junto al Espíritu Santo. (Hch. 13:52).
Paz
Es el bienestar total que siente un cristiano mediante sus acciones. La palabra «shalow» tiene un significado similar al de paz, o podría decirse que de ese término hace el más actual. Es una serenidad que no tiene precio, que ni el mismo demonio es capaz de quebrantar con sus malas acciones. El Espíritu Santo brinda esa confianza a tal grado que la tranquilidad para el hombre lleno de paz no será fracturada tan fácilmente.
Si Dios nos ama al mismo nivel que nosotros a él, esta paz será mucho más fuerte; una gran comunión con Dios hasta revelar cada uno de sus dones. Gracias a la paz, hay personas serenas por el mundo brindando consejos o apoyando a quien está en desgracia o no puede dominar sus emociones hasta encontrar bienestar. Es la bendición de contar con Dios en nuestros corazones y estar seguros que no nos desampara en cada día.
El Dios de paz .(Rom.15:33- 16:20) es aquel capacitado para sembrar amor en nuestro ser y develar que la mejor solución para enfrentar los problemas es en una postura tranquila y sin perder el control de la situación. Es un hermoso regalo.
Hay dos tipos de paz: interna y externa. La primera en mención es la tranquilidad consigo mismo, teniendo en cuenta que tal persona ha seguido de cerca el ejemplo de Jesús y busca el modo de agradar a los ojos del Altísimo. En otro sentido, la externa es el bienestar ocasionado por una buena relación del sujeto con su prójimo. Una amistad sincera habla muy bien de la buena relación interpersonal que un devoto siente hacia su gente.
Paciencia
Este fruto del Espíritu Santo proviene del término «MAKROTHYMIA» que al mismo tiempo denota longanimidad, indulgencia, apacibilidad. Dentro de todos los Frutos del Espíritu Santo de Biblia concierne a una etapa en que los corazones no pueden experimentar rencor hacia el prójimo.
Asimismo, la longanimidad o paciencia representa el coraje con el cual las personas hacen frente a situaciones adversas o de apremio. Es una lucha interna entre dejarse guiar por el impulso o actuar con raciocinio. Habla bastante bien de la capacidad espiritual con que un sujeto defiende sus intereses con valentía. Este fruto hace que el cristiano piense con la cabeza fría, hasta obtener respuestas de la Divina Providencia para saber qué hacer en momentos determinados.
Cabe mencionar que esta actuación frente a un hecho puede cumplirse siempre y cuando la lógica humana no ofrece respuestas claras a sus designios. Por tanto, la Divina Providencia es una excelente guía que hará en función de su voluntad para el bien de todos.
Una persona paciente es capaz de equilibrar o aminorar el daño causado por sus pasiones: enojo, rabia e impulsividad. La paciencia va acompañada de otras virtudes interesantes como perseverancia, firmeza, seguridad y templanza. El paciente es calmado y tiende a tolerar los problemas a su alrededor, u ofrecer su opinión para aportar en soluciones viables hasta concluir en calma.
Otro sentido de longanimidad tiene sentido con el vocablo «AREK» del griego, que significa largo. Esta idea de mostrar a un Dios largo y airado. Es una especie de postergación mental antes de experimentar sensaciones como de ira o rabia. En otras palabras, es un puente alargado en que la persona tiene la facultad de reposar sus emociones antes de caer en un abismo violento o decir palabras hirientes como muestra de su enojo. La longanimidad va en contra del enojo e inquietud.
Dios es quien otorga esta paciencia, que bastante similar será la de Cristo, por soportar todas las injurias o murmullos que lo condujeron a la cruz. Significa saber sufrir, saber muy bien cargar con la cruz a cuestas sin caer en depresiones o decisiones erradas que hagan de tal cruz un instrumento más pesado para llevar a cuestas. El amor a Dios simboliza a veces resistir a las pruebas terribles. Quien sufre gracias a un amor benigno hacia el Altísimo, es capaz de soportar muchas calamidades.
Paciencia es saber resistir las difamaciones, dar frente a las injurias y resistir los planes malvados de los enemigos. Es comprender que todo lo que ellos hacen por causar daño se devolverá. Es saber soportar hasta las propias debilidades hasta buscar respuestas que transformen estos traspiés en virtudes que alegren a los ojos de Dios.
Representa todo lo opuesto a la intolerancia, a los actos bajo impulsividad, dejarse llevar por arrebatos. El proceso de reconocer que la paciencia de Dios es infinita y nada contra ello puede hacerse. Quien posea estos frutos del Espíritu Santo, pero esencialmente la paciencia, será un sujeto valiente y de fortaleza espiritual que no dejará derrumbar sus cimientos por acciones de terceros. El Señor es el Rey de toda paciencia y longanimidad. (Col.1:11) (Tito.1:16).
Puede notarse como la responsabilidad de andar libremente por la calle bajo la tranquilidad que Dios vigila sus pasos y principalmente, la actitud con que enfrenta los problemas. La presencia de Dios es determinante para comprender toda su gloria y por ende, estar más tranquilos y en permanente contacto con él, que nos indicará qué hacer o cómo actuar para estar pacientes.
Benignidad
Parte de la palabra «JRESTÓTES» cuyas connotaciones son amabilidad, generosidad, integridad y benevolencia. Dentro de los frutos del Espíritu Santo, la benignidad permite que seamos gentiles con el prójimo y estar en mayor comunicación con ellos para lo que requieran. Puede expresarse como una dulzura en la que el hombre trata a sus semejantes, con el debido respeto y dilucidando que todos somos hijos de Dios.
Está relacionada con el aspecto moral y el comportamiento de todos los creyentes con la sociedad cristiana. (1Cor.15:33) (Ef.4:32). Al mismo tiempo, vincula a la misericordia, gracias a que el Altísimo es un manantial de ello.
El creyente promedio no debe guardar rencor y perdonar si alguna vez le han ofendido, así como Jesús hizo luego de estar postrado en la cruz, hasta salvar a todos sus verdugos. La benignidad debe ser vista como un ropaje o vestido que el creyente lleve consigo todos los días de su vida, para ser mejores personas.
Un espíritu tranquilo, un alma transparente, un ser sin rebeldía es tomado en cuenta para describir a un creyente benigno. El corazón del cristiano es bueno si cuenta con este fruto, siendo capaz de tratar con cortesía a sus hermanos y respaldarlos en lo que sea necesario. Es una actitud bastante positiva, sin dejarse guiar por amarguras e inconformidades que endurezcan el carácter. Quien es benigno goza de un carácter noble y siempre dispuesto a brindar su aporte en momentos puntuales.
Un alma benigna es capaz de corregir a los impacientes, descarrilados y aquellos que estén en constante pecado. Lo harán en forma dulce, con la intención de mitigar cada uno de estos inconvenientes. Todas las personas que gozan de este fruto estarán serenas y con plena confianza en que Dios todo lo puede.
Tiene la misión de hacer feliz a todo su entorno y en su forma de ser no esconde a una persona irritable o amargada. No cabe duda que el mundo requiere de más gente en esta categoría para que aminore el climax de tensión entre el prójimo.
Bondad
Antes de conocerse esta palabra en español, bajo la lengua griega refiere a «AGATHOSUNE». A su vez, este término alberga otros significados como benevolencia, rectitud de corazón y cualidades de un hombre bueno. Guarda similitud con los otros frutos del Espíritu Santo descritos con anterioridad, porque busca rescatar al prójimo gracias a las buenas acciones y poniendo en práctica las obras de misericordia tanto corporales como espirituales.
Es posible que el término griego esconda otra palabra que puede ser un sinónimo de bondad: “agathos”: hombre bueno, hombre generoso. Así que, estudiar la procedencia de su significación es otro estudio interesante que los lingüistas o conocedores de las lenguas muertas tomarán en cuenta.
Puede resultar un elemento más concreto respecto a la benignidad, porque el ser bondadoso es una acción directa que ejerce el cristiano sobre su semejante para apoyarlo en lo que necesite. Quien goza de este fruto no está en posición de criticar la vida de los demás ni recriminar las acciones, porque mientras un dedo señala al juzgado, hay cuatro más que señala a quien juzga.
Mostrar un inmenso amor por Dios contribuye a construir un corazón bondadoso que sea capaz de perdonar, ser indulgente o dócil de carácter en caso de profundizar en problemáticas en relación al cristiano. La bondad de Dios no tiene límites y las Sagradas Escrituras han tomado apertura para aprovechar en confirmarlo. Ahora bien, es pertinente aprovechar este párrafo para citar lo que Dios dijo a Moisés en Israel. (Ex.33:19).
“Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro y proclamare el nombre de Jehová delante de ti, y tendré misericordia por Israel y seré Clemente”.
Sobre la perfección de Dios, un salmista escribió lo siguiente:
“¡Cuán grande es tu bondad, te has guardado para con los que te temen, que has mostrado para los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres!»
Bondad implica muchas veces perdonar al enemigo cuando intenta hacer daño a la integridad del otro. Cuando el cristiano transita por el camino de la luz, imparte justicia para dar a cada quien lo que merece, para bien o para mal, aunque en estos casos es fiable optar por el perdón para que el sentimiento de rabia no quede condensado en el cuerpo.
En (Galatas: 5: 22,23) hace referencia que todos los frutos del Espíritu Santo son muy cambiantes, es decir, en el transcurso de la vida cristiana puede adquirir nuevas dimensiones o características que asemejan o diferencia el resto de estos elementos entre sí.
Fidelidad
En otros casos es conocido como fe, pero es el mismo fruto, por tanto no hay cabida para contradicciones. Es la facultad de aceptar en lo que hay que creer. Dios está encargado de encender la fe en todos los corazones cristianos. Puede significar esa verdad inalterable en que las personas se aferran, sin miedo a la vergüenza o demostrar su fe en público. El carácter pasivo de la persona la hará fiel a los designios del Padre y no estará en la mejor posición de contradecir sus preceptos.
Brinda confianza unos a los otros, al compartir la misma creencia. Si los cristianos creen en los dones del Padre, nada ni nadie podrá influir en lo contrario. Significa una postura ética, que guarda vinculación de cómo una persona interactúa con otra para referir todas las gracias divinas emanadas por el Todopoderoso.
Creer en el azar no es viable si una persona pretende encender la fe o ser fiel ante las convicciones cristianas. Puede hablarse de una lealtad, de mantener la virtud en alto y no dudar que Padre e Hijo gobiernan el universo para otorgar lo mejor de sí para la población mundial.
La fidelidad o demostración de fe no puede involucrar solo las palabras, también las acciones. Un hombre fiel es aquel cuyas promesas son cumplidas, alguien en que se puede confiar o recurrir para un consejo o una ayuda adicional por mejorar. El cristiano siempre tiene que ser fiel en todas sus facetas: como hijo, hermano, padre, amigo o vecino. Ser fiel indica mantener buenas convicciones como un gran muro de contención que las fuerzas malignas jamás derrumbarán.
La fe en Dios hará al cristiano más accesible para que el Espíritu Santo siempre todo el amor necesario para creer en Jesús verdadero Dios y verdadero hombre. Dentro de los frutos del Espíritu Santo, la fidelidad o fe es de los pocos que mermará con el transcurrir del tiempo. Por lo general ocurre todo lo contrario, se fortalece hasta adorar todos los dones de Cristo y su Padre. No existen dudas o tinieblas sobre ese amor por el Altísimo.
De ocurrir lo contrario, esta persona padece de una fidelidad inconsistente o no muestra una fidelidad a sus convicciones o valores humanos.
La fe radica en el gozo de alabar todas las obras que Dios ha hecho por nosotros. La misericordia sembrada en los corazones hace que perdonemos con más facilidad, sin muestras de soberbia. El hecho de alcanzar la gloria eterna y descubrir que el perdón es la máxima fuente de paz espiritual, habla muy bien de este fruto.
Mansedumbre
No dista mucho respecto a otros frutos, porque contribuye a mejorar el ánimo y calmar la ira que produce reacciones violentas o desfavorables. Evita considerablemente que el cristiano no piense en venganzas o devolver el golpe si alguien le ha ofendido.
Esta palabra tiene su origen bajo el término «PRAUTES» teniendo como connotaciones mansedumbre, gentileza, amistad, afabilidad. Es todo lo opuesto al mal carácter, amargura, aspereza, impulsividad y el enojo repentino. Muchos se preguntan ¿Qué son los frutos del Espíritu Santo? especialmente la mansedumbre y cómo se manifiesta, quedando reflejado en una total rendición bajo el manto de Cristo y bajo los pies de Dios.
Quien goza de mansedumbre no quiere decir que sean hombres o mujeres débiles, porque tienen el poder de conocer la indignación si son testigos de actos impuros o llenos de injusticia. A pesar de esto, el Espíritu Santo inculca un carácter manso que no hace posible actuar bajo la rabia para solventar problemas. Dentro de las virtudes humanas, este fruto es de los más importantes, porque es parte primordial en cada una de las enseñanzas impartidas por Jesús.
Bajo la consigna del Nuevo Testamento, la mansedumbre es un carácter similar al que tuvo Jesús, tomando en cuenta su calma al momento de recibir la cruz a cuestas. Estas personas aceptan su realidad y los designios del Padre, sin cuestionar ninguna de ellas. Se resisten a la adversidad y toman por amor puro el de Dios y su Hijo.
El que tenga este fruto del Espíritu Santo será capaz de tolerar al prójimo que no es consecuente con el amor que profesa a Dios. Es un hecho de cortesía que al momento de emplear las palabras adecuadas, es un gran acto de mansedumbre.
Equivale al modo de discutir sin alzar la voz, de refutar sin enojo, de aclarar las cosas sin desmeritar las palabras de los demás, aún sin tener la razón. Las personas no están exentas de enojarse ante diferentes situaciones, pero no pecar en este estado no hace perder su estado de mansedumbre.
No puede confundirse la amabilidad con debilidad, porque tal como se ha planteado, las personas igual reconocen la injusticia u otras inconformidades y pretenden dar solución sin encarar mediante mala actitud. Es una gran manifestación del Espíritu Santo, haciendo que estas almas se rindan ante los pies de Cristo como parte de su buena disposición.
Templanza
«ENGKATEIA» es la palabra griega con la cual tiene origen este término. Significa el control de si mismo, aunque otras culturas prefieren denominarlo como dominio propio.
Un cristiano que logra auto-gestionar sus pensamientos o acciones, no será amonestado, porque busca un perfecto equilibrio entre actuar y hacerlo con control o conocimiento de causa para saber desenvolverse. Si alguien está enojado, tiende a aminorar ese enojo para no causar más daño, haciendo lo propio con palabras que no sean hirientes para terceras personas.
El Espíritu Santo es el principal responsable que exista un control pleno sobre las pasiones. Estos impulsos son característicos en el hombre convencional, que no ha terminado de reconocer a Dios como el Padre creador. Este aspecto lo dio a conocer el Apóstol Pablo en una de sus lecturas.
En (Galatas 5:23) hace un breve paisaje sobre las contraindicaciones que conlleva no tener templanza como fruto del Espíritu Santo. La embriaguez, el libertinaje, el actuar sin medir las consecuencias son actos opuestos a este importante don que uno de los elementos en la Santísima Trinidad es capaz de ofrecer para ser mejores cristianos. También es prudente controlar las obras de carne como el deseo sexual desmedido o la lujuria, que muchas veces hace perder el horizonte en el hombre.
Modestia
El concepto más conocido por años sobre este fruto brinda la seguridad que proviene de la misma templanza. Aquellas almas modestas están inclinadas a favor de la ciencia y los consejos. Representa un equilibrio en el cual el alma se mantiene al margen en diversas situaciones, antes de caer en excesos o provocaciones que son lo opuesto a este atributo.
Puede verse como una actitud o estilo de vida humilde que ha inculcado el Espíritu Santo en todos los hombres que alaban a Cristo. Consiste en vivir con moderación, elevando constantes oraciones al Padre para alegrarlo desde el cielo. En otros términos, es vivir con mesura y tranquilidad que todo estará bien, acorde a los designios de Dios que vigila su propia creación.
La modestia no encaja en personas con falta de madurez y carácter, para los débiles de corazón o aquellos que no tienden a evitar caer en el abismo de sus propios deseos. Quienes viven con temores y no creen en la esperanza como lo último que se pierde, no está capacitado para manejar modestia dentro de su forma de ser.
Todo lo contrario es vivir a plenitud, siendo fuertes, consecuentes con palabras y acciones. Ser valientes es una tarea de todos, porque el punto de vista temerario implica que no hay una creencia absoluta en Dios ni en sus obras. Con ello no se busca ser perfectos, pero si vivir en verdad, en esa verdad contundente que Dios está en todas parte bendiciendo a las naciones.
Ahora bien, una persona débil puede admitir que lo es y eso habla muy bien de su humildad como cristiano. El hombre que calla sus temores no saldrá adelante, pero con ayuda del Espíritu Santo podrá superar cada uno de los obstáculos que el demonio o los enemigos colocan en el camino. Ser modesto no significa hablar de Cristo sabiéndolo todo, sino referirlo con esa gran verdad que el Espíritu Santo ha intentado sembrar.
Todos los pobres y débiles de corazón que guardan humildad en su interior están urgidos del Espíritu Santo, para que cambie ese paradigma y reconocer las fallas personales.
Tampoco se trata de un fruto que obligue a todos ser humildes, porque además, exhorta a toda la comunidad cristiana a que estudien, analicen y comprendan todo lo que gira en su entorno. Por el contrario, la curiosidad o pereza por no saber lo esencial o no estudiar, pertenecen a los 7 pecados capitales que a toda costa hay que evitar.
Permite que prevalezca la educación y la buena actitud para no caer en los excesos carnales y de otra índole. Asimismo, esta educación va desde lo intelectual, hasta hacer de su cuerpo bastante rítmico y entender sobre expresión corporal.
Vivir con sencillez, sin envidiar lo que tienen otros y satisfechos con los dones recibidos por Dios, es una gran muestra de modestia y receptividad. Un ejemplo concreto sobre modestia en el plano recreativo son los juegos, en el cual la persona tendrá la misión de moderar su impulso y disfrutar sanamente.
Dejar que Dios entre en nuestros corazones y adorarlo tal y como es, es una gran muestra de amor y por consiguiente, de modestia ante los dones de su Padre. Él puede transformarnos, guiarnos o bendecirnos hasta tomar el control sobre todas las cosas hasta protegernos. De ser necesario, es indispensable mostrar coraje cuando el Altísimo descompensa nuestras almas, hasta examinar lo más profundo de nuestro ser.
Ser modesto representa una madurez espiritual inquebrantable. Significa dar un paso al frente para reconocer nuestros pecados. Dios podrá muchas pruebas en el camino para animar a sus discípulos en fortaleza. El Altísimo no querrá el mal, sino superar los obstáculos con creces mediante la ciencia, educación y humildad.
En La Vulgata puede distinguirse la similitud que este fruto guarda junto a la mansedumbre y templanza, gracias a su término de origen «Praytes». Las diferencias entran en vigor de acuerdo a cómo las almas reciben estos frutos en forma independiente y evaluar este campo en la medida que el Espíritu Santo los siembra.
Continencia
De los frutos del Espíritu Santo, es la continencia que más nexo guarda con la templanza, basándose en el dominio absoluto de los impulsos y hasta de la propia carne. Generalmente, su objeto de análisis comprende más a la evasión de la carne que los propios actos intelectuales o personales.
El deseo o excitación permanente sobre otra persona es vital estudiarlo hasta reducir esta capacidad de entrar en el proceso de lujuria. Las personas que no tienen control sobre sus deseos carnales, deben examinarse internamente hasta valorar el auto-control hasta dejar en un segundo plano esa necesidad de tener sexo o comer carne en tiempos de Pentecostés.
Las emociones o sentimientos deben desarrollarse en una forma óptima para que el hombre no sea sucumbido frente a los bajos instintos que conduzcan al pecado. Es un acto de resistencia a la carne, poner en orden las expectativas y comprender cuándo es momento del sexo y cuándo no. Esto puede no aplicar en el matrimonio, porque la relación recíproca entre esposos comprende el sexo como parte de la relación.
Cuando el hombre goza excesivamente de la carne, este se vuelve un ser insensible e irracional que no domina sus sensaciones. Incluso, puede ir contra el amor a Dios o el propio, al causar una degradación corpórea al hallar un placer desmedido. Si ocurre todo lo contrario, no es continencia, sino castigad, a la nula interacción a la carne. Estos votos son ejecutados por los sacerdotes o monjas.
Siempre es conveniente encausar una armonía conyugal para dominar ciertas pasiones. Esta armonía puede adjudicarse a una serie de concesiones o para ponerse de acuerdo para establecer las relaciones sexuales en forma controlada y sin lastimar la privacidad del otro. Siguiendo la idea de matrimonio, la continencia queda asumida como una manifestación de afecto con lo que una pareja de casados está en todo su derecho de procrear a través de las pasiones carnales.
La continencia es una herramienta importante para salvaguardar la integridad o dignidad en uno de los involucrados. En este caso, no habrá un daño o incomodidad que cohíba a las parejas tener relaciones carnales, porque es un control devenido por el Espíritu Santo que calma las pasiones tormentosas y conduce al amor.
Castidad
Este es el último de los frutos del Espíritu Santo que da muestra de la abstinencia de la carne y el control de varios impulsos. Gracias a la fe y demás conocimientos, estos placeres sexuales pueden verse mermados hasta el punto de conducir a la castidad o abstinencia. Cuando el Espíritu Santo trabaja en función de alimentar las almas con sus frutos, la tendencia a buscar sexo se reduce considerablemente.
La personalidad del hombre puede ser frágil y caer en las tentaciones por causa del fruto prohibido. Estas tentaciones buscan que los hombres caigan irremediablemente en un abismo de lujuria incontrolado o de poco conocimiento previo. La atracción por un semejante induce a cometer grandes pecados por un simple deseo u obtener la carne del involucrado al precio que sea.
Si el Espíritu Santo siempre está confabulando a nuestro favor, no habrán deseos pasionales que no logren evitarse con el fin de no pecar gracias al sexo o liberar todas las pasiones dormidas.
Si una persona detiene sus pensamientos sobre todo lo que puede evitarse con castidad, sin duda alguna no caerá en el error. Existen caso de hombres que al desbordar sus deseos, caen en baches que originan envidias, placeres prohibidos, ansiedades, tristeza o sentir posesión excesiva por otro sujeto que no desea nada con el involucrado.
El amor a Dios será suficiente para que hombres o mujeres realicen votos de cantidad y resguardar su aspecto moral. El hombre bajo lujuria tiende a cometer actos repudiables para la sociedad como violaciones, agresiones físicas o emocionales, entre otros.
Como Dios ha suprimido el corazón de piedra y sustituirlo por uno de carne, no quiere decir que los cristianos experimenten desenfrenos hasta desahogarse con las relaciones sexuales duales. Lo más correcto es descansar en el corazón divino de Dios y reprimir ciertos deseos que no conducen a lo positivo.
Conclusión
- Mientras que las obras relacionadas a la carne generan discordias y peleas, los frutos del Espíritu Santo despiertan la armonía en el cristiano.
- Contribuyen a originar unidad y perfección. Si el sujeto aplica cada uno de los 12 frutos, será un ser que llegará bastante lejos en la vida.
- Ayuda a superar las debilidades en las personas, hasta cantar victoria y engendrar otros dones positivos para los ojos de Dios.
- Estos frutos hacen perseveran y cantar en triunfo para quienes lo aplican. Sobre todo en el caso de los frutos del espíritu santo para niños.